"Ventana abierta"
Archidiócesis de Sevilla
JUEVES DESPUÉS DE LA ASCENSIÓN
No pocos
historiadores caen en el tópico de presentar la época de la ocupación musulmana
de España como un periodo de máximo esplendor cultural y artístico, mientras
que la época visigótica se presenta como una época decadente y tenebrosa. Pero
la verdad es muy otra, de lo contrario no habrían surgido nunca figuras de
tanta ciencia y saber cómo san Leandro o san Isidoro.
De la importancia de la figura religiosa y científica
de san Isidoro, ofrezco el testimonio que nos brinda su amigo san Braulio,
arzobispo de Zaragoza:
Isidoro, hermano y sucesor de
Leandro en la sede hispalense, fue egregio varón, refugio del saber de las
generaciones antiguas y pedagogo de las nuevas. El número y profundidad de sus
escritos dan fe del caudal de sus conocimientos que edifican a toda la Iglesia.
No parece sino que Dios lo suscitó, en estos calamitosos tiempos nuestros, como
canal de la antigua sabiduría, para que España no se hundiera en la barbarie…
Peregrinos en nuestro propio suelo, sus libros nos condujeron a la patria.
Ellos nos señalan el origen y el destino. Redactó los fastos nacionales. Su
pluma describe las diócesis, las regiones, las comarcas. Investigó los nombres,
géneros, causas y fines de todo lo divino y lo humano. Cual fuera el torrente
de su elocuencia y su dominio de la sagrada Escritura lo demuestran las actas
de los concilios por él presididos. Superaba a todo el mundo en sabiduría y,
más aún, en obras de caridad.
Junto a su sabiduría, termino destacando su santidad de
vida y su labor incansable como pastor enamorado de Jesucristo, verdadero
venero de su sabiduría. Nos encomendamos a su intercesión. Dios quiera que
Sevilla sepa reconocer la grandeza de este hijo ilustre y santo.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
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