"Ventana abierta"
Archidiócesis de Sevilla
SÁBADO DE LA SEGUNDA SEMANA DE
PASCUA
En este sábado de la
segunda semana de Pascua miramos a la Santísima Virgen, que ha vivido la
pasión y la muerte de su Hijo al pie de la cruz, asociándose voluntariamente a
la inmolación voluntaria de Jesús como corredentora de toda la humanidad. Ella
es la nueva Judit. Así como aquella israelita valiente impidió el avance del
ejército de Holofernes que pretendía someter a Israel, diluyendo su identidad
religiosa y su fidelidad a la Alianza, al pie de la Cruz, María se implica
activamente en la obra saludable de nuestra redención, mereciendo el título de
corredentora y medianera de todas las gracias que necesitamos para luchar
contra el pecado y para ser fieles. El Concilio Vaticano II precisó con mucho
rigor el significado de su intervención al pie de la Cruz al decirnos que la mediación maternal de María de ningún modo oscurece o disminuye la única mediación de
Cristo. Todo lo contrario. Esta mediación maternal es querida
por Cristo y se apoya y depende de los méritos de Cristo y de ellos obtiene
toda su eficacia (L.G. 60).
La mediación maternal de María no es algo que pertenece
al pasado. Sigue siendo actual: ella asunta y gloriosa en el cielo, sigue
actuando como madre, con una intervención activa y benéfica en favor de sus
hijos, impulsando, vivificando
y dinamizando nuestra vida cristiana. Así nos lo dice el Concilio: “La Santísima Virgen, una vez elevada a los cielos… con amor
maternal cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se debaten
entre peligros y angustias, hasta que sean llevados a la patria feliz” (LG
62). Su oración por nosotros es absolutamente eficaz. Ella, con su múltiple
intercesión, con su incesante plegaria ante su Hijo, es nuestra abogada y
valedora. Acudamos a ella cada día y encomendémosle fervorosamente la
prueba que estamos viviendo.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
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