"Ventana abierta"
Archidiócesis de Sevilla
Arzobispo de Sevilla
MARTES DE PASCUA
El tiempo de Pascua
no nos hace olvidar la gravísima crisis sanitaria que estamos padeciendo ni la
pobreza que crece cada día. Muchos hermanos nuestros aún no se han recuperado
de la última crisis y ya estamos inmersos en otra de perspectivas más
pavorosas. Por eso, os hablo de la limosna, que tiene en el castellano actual
una connotación peyorativa, pues muchos entienden que cuando damos unas monedas
a un pobre, lo hacemos para tranquilizar nuestra conciencia. De hecho, algunos
activistas sociales proclaman, con una cierta demagogia, que no se debe dar
como limosna lo que se debe dar por justicia.
Sin embargo, el término
original griego eleemósyne procede
de la raíz eléo,
“misericordia”. Con el paso del tiempo, el término eleemósyne fue usado por los traductores griegos
de la Biblia hebrea para traducir la palabra sedakáh, que significa precisamente “justicia”. Sí,
aunque la limosna no tiene buena prensa hoy, es una obra admirable. A Dios le
agrada mucho nuestro desprendimiento, no solo de lo que nos sobra, sino también
de lo que estimamos necesario, como hizo la viudita que atrajo la mirada de
Jesús (Mc 12,38-44). El mismo Dios practica la limosna. Así canta el libro del
Eclesiástico: “¡Qué grande es la misericordia (eleemósyne) del Señor, y su perdón para los que se
convierten a él!”.
Por eso, animo a todos,
también a los jóvenes y a los niños, a que vayan ahorrando algún dinero en estos
días de confinamiento. Podríais confeccionaros unas huchas de cartón e ir
echando unas monedas cada día. Cuando acabe nuestro aislamiento, podréis
entregar esa cantidad a los pobres, algo que agradará mucho a nuestro Señor.
No olvidéis el consejo que recibía Tobías de su padre: “La limosna libra
de la muerte y purifica del pecado. Los que dan limosna vivirán largos años”
(Tob 12,9).
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
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