UNA REFLEXIÓN PARA CADA DÍA DE LA CUARESMA.
Día 23º. JUEVES 19 de marzo de 2020
Texto del Padre José Pedro Manglano Castellary
Día 23º. JUEVES 19 de marzo de 2020
Texto del Padre José Pedro Manglano Castellary
Héroes anónimos.
"Soy consciente, rezaba Newman, de que a
"Soy consciente, rezaba Newman, de que a
pesar de
mis faltas, deseo vivir y morir para gloria de Dios. Deseo entregarme
completamente a Él como instrumento suyo para la tarea que quiera y a costa de
cualquier sacrificio personal".
Hoy puedes hacer tuya la oración de Newman, converso
inglés que tanto hizo por
la Iglesia de su país: ¡Señor, aunque no valga nada, aquí estoy para hacer, por
Ti, lo que quieras!
Te copio parte de un artículo de B. Tierno y te animo a que
quieras ser,
haciendo favores "normales", un héroe anónimo: "Jamás pensé que
estar en contacto con la enfermedad y el sufrimiento de los demás podría
hacerme tanto bien. Estando de camillero en Lourdes, una señora, medio ciega y
sin piernas, rezaba el rosario. Como advertí preocupación en su rostro, le
pregunté qué le apenaba. Ella me respondió: "Me entristece este pobre
hombre de la camilla de al lado". Se me hizo un nudo en la garganta y
pensé, ¡Dios mío! Ella sí que está físicamente mal y, sin embargo, no piensa en
sí misma.
Esta aleccionadora experiencia me la contaba hace unos días
en San Sebastián el
propio protagonista, Luis, un hombre de mediana edad que, desde hace años,
junto con su esposa, asiste como camillero voluntario a los enfermos que
peregrinan a Lourdes. Tantas personas anónimas, la mayoría donantes de sangre,
como Luis, que no desaprovechan la menor ocasión que se les presenta para
ayudar según sus posibilidades, son héroes anónimos.
Tú nos explicaste que lo que hacemos con los demás lo
hacemos contigo. Por eso
trataré de ser generoso, Jesús, con los demás. En concreto estos días de
Cuaresma procuraré hacer muchos favores. Recuérdamelo, por favor, y que sepas
que los haré por amor a ti y a ellos. ¡Cada día, al menos, un buen favor!
Continúa hablándole a Dios con tus palabras.
Ahora es el momento importante, en el que tú hablas a Dios con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Cuando lo hayas hecho termina con la oración final.
ORACIÓN FINAL
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en la Cruz y escarnecido.
Muéveme ver tu cuerpo tan herido
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, de tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera;
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en la Cruz y escarnecido.
Muéveme ver tu cuerpo tan herido
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, de tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera;
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
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