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miércoles, 25 de diciembre de 2019

El mejor regalo

"Ventana abierta"



El mejor regalo


Corrió la voz por todo Belén de tan augusto nacimiento. Toda la ciudad se pasó a visitar a Jesús, María y José.

Entre los que fueron a rendirles homenaje y llevarles algún regalo o agasajo, se encontraba una familia bien considerada y de ganado prestigio en la región, pues de siempre había poseídos recursos por las explotaciones cultivos de árboles frutales y, todos sus miembros eran cultos, sabían leer Torá y recitar los salmos.

Cuando llegaron todos ellos a la gruta de Belén en que se encontraba María con el recién nacido en sus brazos, se colocaron en fila y se fueron acercando a María para, ufanos, rendir homenaje al niño.


Así, uno de ellos, recitó unos bellos versos que había compuesto, otro oró con los salmos que se sabía de memoria, otros le ofrecieron las  iluminaciones que había realizado sobre las Escrituras, dos chicas regalaron unas prendas de lana que ellas mimas artísticamente habían tejido… Todos los miembros de la familia fueron homenajeando al niño y a la Virgen con lo más propio y mejor que cada uno tenía.

En el último lugar de la fila apareció el miembro de la familia menos dotado, que no destacaba por ninguna habilidad, y que pasaba la mayor parte del tiempo trabajando en el campo, entre los frutales. Se quedó allí parado, un poco avergonzado, sin saber qué hacer ni decir nada. Los hermanos le miraban con desaprobación. Entonces, san José le indicó que se acercara. Humildemente tan sólo hizo una reverencia ante el Niño. Él también sentía en su corazón una inmensa necesidad de dar algo de sí. Sacó unas naranjas que portaba en su mochila y, antes de dárselas a María, las lanzó al aire, haciendo malabarismos con ellas.


Fue en ese instante cuando el Niño Jesús sonrió y comenzó a aplaudir y agitar de gozo los piececitos en el regazo de su madre María. La Virgen extendió los brazos para dejarle que fuera él quien sostuviera un poquito al Niño Dios.

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