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sábado, 25 de enero de 2020

Rincón para orar. VENID EN POS DE MÍ Y OS HARÉ PESCADORES DE HOMBRES. Sábado, 25 - Enero - 2020

"Ventana abierta"


Rincón para orar


Sor Matilde 


VENID EN POS DE MÍ Y OS HARÉ PESCADORES DE HOMBRES


12 Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea.
13 Y dejando Nazaret, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí;
14 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:
15 ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles!
16 El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido.
17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado».
18 Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores,
19 y les dice: « Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres. »
20 Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron.
21 Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó.
22 Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.
23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. (Mt. 4,12-23)
Jesús comienza su ministerio: deja Nazaret, la tierra que le vio crecer y en dónde vivió ignorado de todos, y se establece en Cafarnaúm, a orillas del lago de Galilea.
Acerca de esta aparición de Jesús en la tierra de los gentiles, ya Isaías, ocho siglos antes, había hecho una bellísima profecía: “El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande, a los que vivían en tierra de sombras de muerte una luz les brilló”… Jesús, aparece como “una luz grande”, “una luz que les brilla”. En medio de una tierra pagana, la Luz del mundo ha querido hacer su primera aparición, en que lo reconocen como Don divino precioso. A los que “viven en tierra de muerte” se les aparece la Vida… Misterio este de por qué Dios eligió los discípulos que habían de convertir al mundo con su Palabra, llena de la gracia de Dios, de entre un pueblo pagano: “Galilea de los gentiles”… Dios siempre confunde nuestras lógicas y se prepara “un pueblo bien dispuesto” donde sólo reinan las tinieblas de la ignorancia y de la muerte.
Y en esta tierra despreciada por los judíos Jesús se fijó en dos hermanos: Pedro y Andrés que estaban pescando y echando las redes en el mar. Ellos, así como otra pareja de hermanos que faenaban en el mismo oficio, tuvieron que oír las palabras de Jesús a la orilla del mar: “¡Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos!”. Este anuncio iba para todos, pero les debió de llegar al corazón, de forma especial, a estos pescadores, pues cuando Jesús les dijo directamente: “venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”, dejaron todo, las redes y a la familia y lo siguieron, sin vacilaciones…
Qué fuerte es la llamada de Jesús cuando dice: “¡Ven, ven en pos de mí!”. Mas esta palabra no llega a un corazón lleno de sí mismo o de tantas cosas que nos ofrece el mundo. ¡No, sólo el que ha experimentado un vacío interior, que nada ni nadie puede llenar, recibe con hambre esta Voz!: ¡”Ven y sígueme!”, entonces nota que ha encontrado el tesoro escondido y la perla preciosa que todos buscan y pocos la encuentran: “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”… Pero nada surge con violencia en nuestro interior, sino suavemente, mas con mucha fuerza y convicción. Él es Dios y puede hacer que las cosas, que son buenas de por sí, “nos parezcan basura, con tal de ganar a Cristo y ser alcanzado por Él”…
Y el seguimiento de estas dos parejas de hermanos nos son paradigmáticas para saber qué sucede en un alma que Cristo llama a Sí, por toda la vida, donde quiera y como quiera… ¡Ningún otro puede hacer tan gran milagro, sólo experimentado por los que lo han vivido o viven!... Ellos son testigos del Amor de Dios derramado en nuestros corazones. Así, los que los ven, tienen que decir: ¡Aquí está Dios!...
¡Que el Señor nos mire con benevolencia y junto con una provocación a la conversión, nos llame a ser de sus íntimos, para lo que quiera y como quiera!...
¡Que así sea!…

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