"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
¿SABÍAS QUE...
...DOMINGO ESTUVO A PUNTO DE SER VENDIDO COMO ESCLAVO?
Así, tal cual. Como lo estás leyendo. Lo peor de todo es
que no se trataba de un error. Aún más: en semejante jaleo se metió él solito,
libre y espontáneamente. Si se entera su madre...
Ese día había amanecido tranquilo, como otro cualquiera
en la cuidad de Palencia. El joven Domingo, con unos 23 o 24 años, iba
caminando alegremente hacia la universidad con las manos en los bolsillos (una
ventaja de haber vendido los libros; este trayecto ahora iba más ligero).
Una mujer cruzaba ansiosa las calles de la ciudad. De
pronto, a lo lejos, le vio. Corrió a su encuentro y se echó llorando a sus
pies.
Se trataba de una joven viuda. Había reconocido a
Domingo como el profesor que había ayudado tanto a los pobres... y estaba
segura de que podía ayudarle también a ella.
Su situación era angustiosa: si no pagaba el dinero que
debía ese mismo día, su hijito sería vendido como esclavo.
A Domingo se le conmueve el corazón... pero ya no tenía
nada. Había vendido no solo los libros, sino también los muebles de su casa. No
le quedaba nada... salvo él mismo.
Imagina la cara de la pobre mujer cuando aquel joven se
lanza resueltamente a buscar a sus acreedores para ofrecerse como pago.
Afortunadamente, el Señor decidió resolverlo a Su manera y, cuando Domingo
llegó, resultó que la deuda había sido pagada por un donante anónimo.
¿Quién fue? ¿Quizá algún otro profesor, movido por el
ejemplo de Domingo? ¿Tal vez un ángel? En el Cielo lo sabremos. Lo que está
claro es que Jesucristo vio el buen corazón de Domingo, pero no permitió que su
vida tomara otro camino...
PARA ORAR
¿Sabías que... en la Biblia hay muchos tipos de
esclavitud?
Seguro que en lo primero que has pensado es en Moisés,
los israelitas en Egipto... sí, esa es la esclavitud más conocida.
Sin embargo, hay otra esclavitud distinta, hay unas
cadenas aún más poderosas... unas cadenas de las que ni siquiera Dios se salvó:
las del amor.
“Un Rey entre mis bucles está preso”, dice la esposa del
Cantar. ¡Y es que nuestro Dios, al mirarnos, quedó prendado de sus criaturas!
Ya no puede, ni quiere, ni sabe hacer otra cosa que amarnos. Aunque eso le
cueste su propia vida.
“Cristo, por nosotros tomó la condición de esclavo”,
dice san Pablo. ¿Cómo no amar a quien nos ama tanto?
¿Te dejarás atar por sus mismas cadenas, aceptarás ser
un reflejo de su amor?
“Sed esclavos unos de otros por amor”. (Gal 5, 13)
VIVE DE CRISTO
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