"Ventana abierta"
22 Tiempo Ordinario - c (Lc 14, 1.7-14)
SIN EXCLUIR
José Antonio Pagola
Jesús asiste a un banquete invitado por uno de
los principales fariseos de la región. Es una comida especial de sábado,
preparada desde la víspera con todo esmero. Como es costumbre, los invitados
son amigos del anfitrión, fariseos de gran prestigio, doctores de la ley,
modelo de vida religiosa para todo el pueblo.
Al parecer, Jesús no se siente cómodo. Echa en
falta a sus amigos los pobres. Aquellas gentes que encuentra mendigando por los
caminos. Los que nunca son invitados por nadie. Los que no cuentan: excluidos
de la convivencia, olvidados por la religión, despreciados por casi todos.
Antes de despedirse, Jesús se dirige al que lo
ha invitado. No es para agradecerle el banquete, sino para sacudir su
conciencia e invitarle a vivir con un estilo de vida menos convencional y más
humano: «No invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes ni
a los vecinos ricos porque corresponderán invitándote… Invita a los pobres,
lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú porque no pueden pagarte; te pagarán cuando
resuciten los justos».
Una vez más, Jesús se esfuerza por humanizar la
vida rompiendo, si hace falta, esquemas y criterios de actuación que nos pueden
parecer muy respetables, pero que, en el fondo, están indicando nuestra
resistencia a construir ese mundo más humano y fraterno, querido por Dios.
De ordinario, vivimos instalados en un círculo
de relaciones familiares, sociales, políticas o religiosas con las que nos
ayudamos mutuamente a cuidar de nuestros intereses dejando fuera a quienes nada
nos pueden aportar. Invitamos a los que, a su vez, nos pueden invitar Eso es
todo.
Esclavos de unas relaciones interesadas, no
somos conscientes de que nuestro bienestar solo se sostiene excluyendo a
quienes más necesitan de nuestra solidaridad gratuita para poder vivir. Hemos
de escuchar los gritos evangélicos del papa Francisco en la pequeña isla de
Lampedusa: «La cultura del bienestar nos hace insensibles a los gritos de los
demás». «Hemos caído en la globalización de la indiferencia». «Hemos perdido el
sentido de la responsabilidad».
Los seguidores de Jesús hemos de recordar que
abrir caminos al reino de Dios no consiste en construir una sociedad más
religiosa o en promover un sistema político alternativo a otros también
posibles, sino, ante todo, en generar y desarrollar unas relaciones más humanas
que hagan posible unas condiciones de vida digna para todos empezando por los
últimos.
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