"Ventana abierta"
Reflexión del Evangelio de hoy
Te desposaré en justicia y en
derecho, en amor y en compasión
La profecía de Oseas, se desarrolla en el
tiempo en que el pueblo de Israel había olvidado su alianza con Yahvé, en el
“argot” de la época, se había prostituido, ofrecía sacrificios a los baales, y
había permitido no tener a Dios como fin primordial de su existencia.
En sentido figurado se trata a los hijos de
Israel como a una esposa infiel, a la que le interesaban más los regalos que le
ofrecían sus amantes, que el cariño que le podía ofrecer su marido y protector;
ante esta situación va a recibir, por parte de su esposo, el castigo de la
ignominia, despojándola de sus regalos y propiedades e, incluso, de sus
vestidos, mostrando su desnudez, situación en aquella época totalmente
vergonzante. Pero aplicado el castigo la tomará, la llevará al desierto donde le
hablará al corazón, le ofrecerá de nuevo sus propiedades, convirtiendo lo árido
en vergel, como una puerta abierta a la esperanza, y, en ese momento, Yahvé la
desposará de nuevo en justicia y en derecho, en amor y en compasión, retomando
la ilusión del primer día, volviendo a los años de la juventud.
El Señor no deja nunca de intentar que sus
hijos dejen sus malos hábitos, para retornar a la paz y armonía de la alianza
que ofrece el “Todopoderoso” a sus hijos, como nos recuerda el salmo 44:
“Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida a tu pueblo y a la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu señor.”
¡Llega el esposo, salid a su
encuentro!
Mateo nos refiere en este pasaje la parábola de
las vírgenes necias y las vírgenes prudentes, instruyéndonos para que no
esperemos al momento final para prepararnos ante la llegada del “esposo”, es
decir, la llamada de Dios; nos invita a que siempre estemos prestos y
preparados, pues el Señor puede llamarnos en cualquier momento, debemos tener
un corazón dispuesto para afirmarnos en su seguimiento y si, así lo hubiera
decidido, presentarnos ante Él sin tener las manos vacías, por no haber sido
previsores y no tener preparadas nuestras “alcuzas con aceite de reserva”.
Hoy la Iglesia celebra la memoria de Santa
Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), que nació en el seno de una familia
judía con fuertes convicciones, y que al ir creciendo y aumentando sus
conocimientos, comprobó que muchas de sus preguntas no encontraban respuesta en
sus creencias. Se alistó como enfermera en la I Guerra Mundial para entregarse
al servicio de los más débiles, conviviendo muy de cerca con la muerte, lo que
incrementó más sus dudas.
Estudiante privilegiada se graduó en Geografía
y Filosofía, estudiando, entre otros, a Santo Tomás de Aquino, que junto a la
lectura de las obras de Santa Teresa de Jesús, la ánimo a aceptar la fe de la
Iglesia de Roma, a pesar de la oposición de su familia. Fue profesora de un
colegio de dominicas y posteriormente ingresó en el Carmelo, entregándose a una
vida de oración y contemplación.
La persecución Nazi obligó a que la destinaran
a un monasterio carmelitano de Holanda por su ascendencia judía, pero aun así,
fue detenida y llevada, junto a su hermana, al campo de exterminio de
Auschwitz, cerca de Cracovia, donde fue asesinada en la cámara de gas el 9 de
agosto de 1942.
Beatificada y Canonizada por el Papa San Juan
Pablo II, la nombró Co-Patrona de Europa junto a Santa Catalina de Siena y
Santa Brígida de Suecia.
¿Esperamos al último momento porque siempre hay
tiempo de sobra para todo?
Es necesario estar dispuestos ante la llamada
de Dios?
¿No nos planteamos dudas de fe porque es más
cómodo no cuestionar nuestra vida?
D. José Vicente Vila Castellar,
OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)




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