"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
DECLARACIÓN DEL SEGUNDO MANDAMIENTO
33 « Habéis oído también que se dijo a los
antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos.
34 Pues yo digo que no
juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios,
35 ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey.
36 Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro.
37 Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de aquí viene del Maligno. (Mt. 5,33-37)
35 ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey.
36 Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro.
37 Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de aquí viene del Maligno. (Mt. 5,33-37)
Habéis oído que se dijo a los antiguos…
“Pero yo os digo". Jesús no vino a quitar la ley de Moisés en los diez
Mandamientos, sino que quiere perfeccionarla, no tal como la interpretan los
hombres, los rabinos judíos, sino tal como Dios la ha querido desde el
principio y que sólo Jesús, que viene de arriba, nos la puede transmitir.
Y lo hizo en el Sermón de la Montaña, que es
la Carta Magna de la enseñanza de Jesús. Jesús perfecciona la Ley con la
caridad, porque como “Dios es amor”, una Ley interpretada fuera del amor, no es
cristiana y no vale para entrar en el Reino de Dios. Como dice san Pablo, que
“este Reino no consiste en cosas terrenas, sino en la justicia, en la paz y en
el gozo que da el Espíritu Santo” (Rm. 14,17).
Así, respecto al Segundo Mandamiento dice la
Ley: “No perjurarás, antes, cumplirás al Señor los juramentos”. Los judíos
usaban mucho el juramento y resultaba una irreverencia al Nombre Divino, que
por otra parte y paradójicamente, no se atrevían a pronunciar. Por eso, entre
ellos, “el perjurio” (jurar en falso, e invocar el testimonio divino en favor
de algo que se asegura o se promete), en el que se incurría por inadvertencia o
ligereza, era muy corriente…
Jesús viene a corregir estos yerros y
asegura: “Pero yo os digo: No juréis de ninguna manera”… Y asegura: “Pero yo os
digo, sea vuestra palabra: Sí, sí; No, no…Todo lo que pasa de esto, viene del
Maligno”.
En las cosas humanas, la palabra del hombre
debe bastar. Y si esta no es suficiente, es que no nos fiamos unos de otros. Y
esto es grave...
Nuestro hablar ha de ser limpio, claro,
sincero, veraz y si aún así, alguien no nos da crédito, no porque usáramos el
juramento seríamos más creíbles.
Vemos a Jesús, que era la Palabra del Padre
y aunque muchos se adherían a lo que escuchaban, otros como los escribas y
fariseos y las autoridades religiosas de su tiempo, no le creyeron y hasta
llegaron a condenarle a muerte por blasfemo. Pero el defecto no estaba en la
Palabra de Jesús, sino en sus corazones torcidos y pervertidos, incapaces de
percibir la luz que Dios mismo les enviaba en su Hijo.
Así, en el juicio inicuo que le hicieron los
ancianos, los escribas y el Pontífice Caifás, este le lanzó un juramento
poniendo por testigo a Dios: “¡Te conjuro por Dios vivo que me digas si eres el
Hijo de Dios!”… Y al contestar Jesús: “Tú lo has dicho”, Caifás dijo
solemnemente: “¡Ha blasfemado!”… ¿Porque dice la verdad, Jesús es un
blasfemo?....Ya Isaías anunció, que en los tiempos mesiánicos, todas las
naciones jurarían por Yahvé, es decir, le reconocerían por su Dios… Y ahora que
llega este vaticinio, con un juramento a favor de Jesús, el Hijo de Dios, los
hombres no le creen…
¡Señor, danos un corazón limpio para
entender tu Palabra, tal como nos la has revelado en Jesús!…
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