"Ventana abierta"
Reflexionando el Evangelio -
Domingo XXI del Tiempo Ordinario
El cura de todos. P. César Piechestein
Queridos Hermanos:
En el evangelio de este domingo, el Señor nos
invita a esforzarnos y a entrar por la puerta estrecha, que es la que lleva a
la salvación. Pero es verdad que muchos se esfuerzan y de muy distintas
maneras, aunque salta a la vista que no se esfuerzan en lo que realmente cuenta
para la vida eterna.
La sociedad actual siempre está impulsándonos
al esfuerzo.
Ya no es extraño ver a personas bastante maduritas, emprender
nuevos estudios (masterados, diplomados,etc) cuando ya parecería que no era
necesario. Así como con el estudio, crece el esfuerzo por el trabajo, buscando
mejores empleos, con mejores pagas. Vivimos en un medio donde se nos lleva por
el camino del esfuerzo.
Sin embargo, aunque el trabajo, la prosperidad
material y el estudio, son cosas positivas, nos podemos estar yendo por el
camino errado. Por eso y para desarrollar bien la reflexión de hoy, debemos
tomar el mensaje de la segunda lectura, de la carta a los Hebreos. Allí se nos
habla de la corrección.
Dios, que es el mejor de los padres, nos
corrige. Dice la lectura que el buen padre da azotes a su hijo para corregirlo.
Creo que a todos nos ha pasado de alguna manera. Dios nos ha movido el piso,
nos ha "zamarreado" alguna vez. Y son esos momentos los que nos hacen
reaccionar y comprender que es lo que verdaderamente cuenta. "Los últimos
serán los primeros" dice el Señor. Quizás para el mundo vale poco una
persona que se preocupa más por su vida espiritual que por la material. Quien
procura enriquecerse en buenas obras y no en posesiones materiales, podría ser
considerado un tonto. Pero, aunque el mundo nos considere últimos, nosotros
sabemos que para Dios estamos primero, pues nos estamos esforzando por entrar
por la puerta estrecha.
Dejémonos corregir por Dios y agradezcamos a
los hermanos que nos ayudan a ver el camino. Recuerden que la corrección
fraterna siempre es una obra de misericordia que hay que saber agradecer y
saber practicar también. Seguramente así daremos abundantes frutos.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
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