"Ventana abierta"
La
Santísima Trinidad y María
Aciprensa
Aciprensa
El prestigioso
teólogo jesuíta Cándido Pozo reflexionó sobre la Virgen, en el mes de mayo
del Año Santo Jubilar 2000.
Madre de
Dios Hijo
La relación fundamental de María con respecto a su Hijo Jesús es la de su
Maternidad. Encontramos la fórmula veneranda del Concilio de Éfeso, definida en
el año 431: María es Madre de Dios (Theotokos), como no dudaron los Santos
Padres en llamarla. Así la invocaban los fieles ya antes de ese Concilio, en el
siglo IV y quizás en el III. En un papiro han llegado hasta nosotros las
palabras de la más antigua oración mariana que se rezó en la Iglesia, y que
contiene el título de Madre de Dios aplicado a María: Bajo tu misericordia nos
refugiamos, ¡oh Madre de Dios!; no desprecies nuestras súplicas en la
necesidad, sino líbranos del peligro, sola pura, sola bendita. La oración es
muy significativa. Por la relación de Madre que María tiene con Jesús, se
comprende la singular eficacia de su intercesión. A esto se debe que los
fieles, ya en los primeros siglos, acudieran a Ella confiadamente en su
necesidad e indigencia.
Pero, incluso antes de fijar la atención en la importancia intercesora que
se deriva de que María es Madre de Dios, convendría subrayar el relieve
teológico de primer plano que el título encierra. Frente a Nestorio, san Cirilo
de Alejandría y el Concilio de Éfeso comprendieron que lo que estaba en juego
era el dogma fundamental del cristianismo: que Jesús es Persona divina; que no
hay en Él sino un único sujeto último de responsabilidad, que es la Persona del
Logos. Ello permite decir con verdad que Dios (y no sólo un hombre) por
nosotros ha padecido, ha sido crucificado e incluso ha sufrido la muerte. Es
impresionante que para garantizar esta verdad se recurriera a un título
mariano: la Santísima Virgen es la Madre de Dios.
Finalmente conviene no olvidar que la Maternidad de María con respecto al
Hijo de Dios asocia su existencia a la de su Hijo. Ella es la Madre santísima
de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo. Ella es la Nueva Eva
asociada a Cristo, el Nuevo Adán, según una temática que comenzó a
desarrollarse en la Iglesia a partir del siglo II. Si la primera Eva dialogó
con el demonio, desobedeció a Dios y trajo sobre el mundo muerte y ruina,
María, la Nueva Eva, dialoga con el Ángel, obedece a Dios y trae al mundo al
Salvador y, con Él, la salvación.
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