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miércoles, 1 de mayo de 2019

Rincón para orar. EL QUE CREE EN EL HIJO, TIENE VIDA ETERNA. 1 - Mayo - 2019

"Ventana abierta"


Rincón para orar


Sor Matilde


EL QUE CREE EN EL HIJO, TIENE VIDA ETERNA

31 El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo,
32 da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta.
33 El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
34 Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida.
35 El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano.
34 Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida.
35 El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano.
36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él. » (Jn. 3,31-36)
Aquí nos está hablando San Juan de esa corriente de amor que existe entre el Padre y el Hijo. Y esta realidad revelada por Jesús a sus íntimos, a Juan, le tiene absorto… De forma que éste es el Misterio de la Trinidad puesto ante nuestros ojos para que lo contemplemos, lo amemos y lo adoremos.
Jesús viene de arriba y habla cosas que nosotros no sabemos, porque somos de la tierra. Y su testimonio no se nos ha dado para escrutarlo, sino para creerlo, adhiriéndonos a él… No cabe otra postura en nosotros más que la humildad y el asentimiento agradecido y gozoso… Todos, por instinto, desearíamos levantar un codo más sobre nuestras posibilidades y estatura de todo nuestro ser. Y Jesús colma ésta, nuestra ansia de “más”: Nos trae los bienes de arriba y nos los da para que los gocemos en una esperanza segura de poseerlos en plenitud, después de esta breve vida…
“Pero nadie acepta mi testimonio, que habla Palabra de Dios”, dice Jesús… ¡Qué insensatez la del hombre que quiere levantarse por encima de sí mismo, apoyándose en su propia fragilidad!... ¡Esto es como construir castillos en la arena!… En cambio, el Hijo, nos ofrece una roca segura, a cuyo amparo, el cielo ha bajado a la tierra y se nos ha regalado. Jesús, el Hijo Amado del Padre, que como “tiene el Espíritu sin medida”, la prodiga sin medida a los que creen en Él…
Y ¿por qué nos cuesta tanto dar el paso a la fe en Jesús?… La fe, primeramente, es Don de Dios que sólo Él sabe quién se la arranca, en su primer movimiento. Después, es asentimiento gozoso a la Palabra Revelada por Jesús. Y en nuestro corazón pesa más ésta que todos nuestros pensamientos, aunque sean muy contrarios a Ella. ¿Quién merece todos estos movimientos y seguridades, que exceden nuestro ser de creatura? Es tan sólo el Amor de Dios y su misericordia, que se conmueve por este ser tan pequeño y frágil que Él se ha creado…
¡Seamos pues, muy agradecidos y reconocidos a nuestro Padre Dios que así nos protege y cuida y sólo desea que gocemos de su amor y benevolencia!...

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