"Ventana abierta.
Rincón para orar
Sor Matilde
EN VERDAD TE DIGO QUE HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO
SEGUNDA PALABRA DE JESÚS EN LA CRUZ
Previamente a esta palabra de Jesús, está la palabra y
la súplica de un hombre que cerca de Jesús, muere poco a poco como Él. Este es
un ladrón y homicida, Jesús es completamente inocente y puro. Y este hombre le
dice a Jesús: “acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino”…
¿Qué sabía él de este Reino de Jesús y más viendo morir
a su Rey como un malhechor?... Seguramente que no sabía nada, pero tenía ojos y
corazón y se asombrada de la mansedumbre y bondad de quien sufría su mismo
suplicio y no respondía sino con dulzura y humildad. Y pensaría: “Este no es un
hombre cualquiera o como yo, sino que Él encarna en su persona, algo que no es
de este mundo… Dicen que se dice Dios y en verdad sólo todo un Dios puede morir
así a manos de sus asesinos”…
La gracia trabajaba todo su ser y sus ojos parecía que
nunca habían mirado nada con tanta limpieza. “Tú vas a tu Reino de Paz y de
Amor y yo quiero entrar allí y vivir contigo y ser como Tú… ¡Acuérdate de mí!”…
En todo el suplicio de la Cruz, el ladrón, poco a poco,
dejó de serlo. Se dice que en el último momento robó el Paraíso. Pero no es
verdad. Lo que hizo fue creer en Jesús y en su poder y en un acto de amor
perfecto, suplicarle que lo salvara. Él por sí mismo sólo había sabido robar y
matar, pero si Él lo ayudaba y lo escuchaba, su vida cambiaría... Y así fue.
Jesús nunca deja de escuchar una suplica hecha con fe y con amor; y de ladrón,
le hizo santo… “En verdad, en verdad te digo”, forma reiterativa, como amén,
amén, que significa que toda palabra podrá sucumbir y desaparecer, pero esta
palabra es eterna, es dicha por Jesús, Hijo de Dios y se cumplirá
infaliblemente: “Hoy estarás conmigo en el Reino”…
Jesús no entró solo en el Paraíso. A su lado llevaba a
un pecador arrepentido, para que se supiera “en el cielo y en la tierra y en los abismos”, que ha venido a salvar lo que estaba perdido, lo que no cuenta y
no vale a los ojos humanos, la oveja descarriada y arrepentida. Fue en el cielo
un momento sin igual. “Habrá mayor alegría en el cielo por un pecador que se
convierta”. Todo, en el Reino de Jesús, exulta de alegría y acción de gracias.
Todo canta Aleluya por la Resurrección de Cristo y el pobre hombre, ya
justificado, grita con todos, como el primer renacido a la gracia de la
Salvación…
Si un pecador fue santificado, ¿Cuánto más nosotros que
con ahínco seguimos a Jesús, en medio de nuestra debilidad y pobreza?... Pero
le seguimos… El gozo del ladrón bueno y de todo lo creado, es ya nuestro gozo
¡Aleluya! , ¡Aleluya! ¡Demos gracias a Dios!...
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