"Ventana abierta"
DOMINGO I DE CUARESMA
CICLO C
CICLO C
-LAS
TENTACIONES-
Dt. 26, 4-10
4 El sacerdote tomará de tu mano la
cesta y la depositará ante el altar de Yahveh tu Dios.
5 Tú pronunciarás estas palabras ante
Yahveh tu Dios: « Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y residió
allí como inmigrante siendo pocos aún, pero se hizo una nación grande, fuerte y
numerosa.
6 Los egipcios nos maltrataron, nos
oprimieron y nos impusieron dura servidumbre.
7 Nosotros clamanos a Yahveh Dios de
nuestros padres, y Yahveh escuchó nuestra voz; vio nuestra miseria, nuestras
penalidades y nuestra opresión,
8 y Yahveh nos sacó de Egipto con
mano fuerte y tenso brazo en medio de gran terror, señales y prodigios.
9 Nos trajo aquí y nos dio esta
tierra, tierra que mana leche y miel
10 Y ahora yo traigo las primicias de
los productos del suelo que tú, Yahveh, me has dado. » Las depositarás ante
Yahveh tu Dios y te postrarás ante Yahveh tu Dios.
- Cada año, el judío debía
llevar al santuario el diezmo de sus bienes para los sacrificios.
Pero cada tres años, en vez de ser ofrecido al templo, este diezmo lo debía
dejar el judío en la plaza pública, para que los pobres lo pudieran coger
libremente.
- Las primicias de
los productos de la tierra le están consagradas a Dios, así como los primogénitos de
los hombres y los animales.
- Los frutos de
la tierra, según Nm. 18, 12 correspondían a los sacerdotes. Esta ofrenda está
ligada a las fiestas de origen cananeo de la siega y la recolección, pero el
pueblo judío lo relaciona con un acontecimiento de la historia de la
salvación: la entrada en la tierra prometida (v.9-10). Es el
tema del don de la tierra que es central en Dt. (1, 5ss.).
(v. 5-9)
- La profesión de fe de (v. 5-9) resume la
historia de la salvación centrada en la liberación de Egipto. La
insistencia en el don de la “tierra que mana leche y miel” está vinculado con la ofrenda
de las primicias. Tiene tres puntos: 1º) elección de los patriarcas, 2º) desarrollo en Egipto y su éxodo, 3º) regalo de la tierra prometida.
Rm. 10, 8-13
8 Entonces, ¿qué dice? Cerca de ti
está la palabra: en tu boca y en tu corazón, es decir, la palabra de la fe que
nosotros proclamamos.
9 Porque, si confiesas con tu boca
que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los
muertos, serás salvo.
10 Pues con el corazón se cree para
conseguir la justicia, y con la boca se confiesa para conseguir la salvación.
11 Porque dice la Escritura: Todo el
que crea en él no será confundido.
12 Que no hay distinción entre judío
y griego, pues uno mismo es el Señor de todos, rico para todos los que le
invocan.
13 Pues todo el que invoque el nombre
del Señor se salvará.
- San Pablo invita al
cristiano a hacer profesión de su fe: 1º) creer en Jesús que es el Señor y 2º) creer
en su resurrección.
- La fe exige un doble
acto: el interior: adhesión de mente y corazón a Cristo y
el exterior: profesión pública de esta fe en la oración litúrgica o
como lo hicieron los mártires públicamente.
- Los judíos se afanaban en
ser “justos” delante de Dios, con la justicia de la Ley que
promulgó Moisés, pero ninguno es capaz de cumplir la ley, lo cual es un
testimonio a favor de la “nueva justicia” que
se adquiere por la fe en Jesús. Así al pueblo de Israel le interesa
también volverse al Señor con la nueva economía que trae Jesucristo, pues en
esta nueva justicia “ya no hay judío ni gentil” pues “todos pecaron y están
privados de la gloria de Dios” (3, 22ss). Y esta fe se revela
en el Evangelio, en la Palabra que nos trae Jesucristo.
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