"Ventana abierta"
La leyenda del perro
con antorcha
¿De Caleruega puede salir algo bueno? Salió un
canónigo de Osma, obsesionado por los horizontes infinitos y por una familia
con muchos hermanos. Creía en la Palabra y logró que ellos la predicaran, sobre
todo con la elocuencia del ejemplo. Ansioso de ver la Verdad cara a cara, murió
en Bolonia a los cincuenta y uno.
En la hagiografía primera de Santo
Domingo de Guzmán, al que la Iglesia celebra el 8 de Agosto, se narra una
visión que su madre, la Beata Juana de Aza, tuvo antes de que Domingo naciera.
Soñó que un perrito salía de su vientre con una
antorcha encendida en su boca. Incapaz de comprender el significado de su
sueño, decidió buscar la intercesión de Santo Domingo de Silos, fundador de un
famoso monasterio Benedictino de las cercanías. Abatida por las dudas, decidió
realizar una peregrinación al monasterio para pedir al Santo que le explicara
su misterioso sueño. Allí fue cuando comprendió que su hijo iba a encender el
fuego de Jesucristo en el mundo por medio de la predicación.
Entre emoción y agradecimiento, fue entonces
cuando decidió poner a su hijo por nombre «Domingo», como el Santo de
Silos. Era un nombre muy apropiado, por cuanto Domingo viene del latín Dominicus,
que significa «del Señor». De Dominicus (Domingo) viene Dominicanus (Dominico,
que es el nombre de la Orden de Santo Domingo). No obstante, utilizando un
juego de palabras, se dice que Dominicanus es un compuesto
de Dominus (Señor) y canis (perro),
significando «el perro del Señor» o «el vigilante de
la viña del Señor».
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