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sábado, 29 de diciembre de 2018

Rincón para orar. EL NIÑO JESÚS EN EL TEMPLO, 29 - Diciembre - 2018

"Ventana abierta"


Rincón para orar


Sor Matilde


EL NIÑO JESÚS EN EL TEMPLO
41 Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. 
42 Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta
43 y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo su padres.
44 Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos;
45 pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
46 Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles;
47 todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.
48 Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: « Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando. »
49 El les dijo: « Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? »
50 Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.
51 Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.
52 Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres (Lc. 2, 41-52)
Como todos los años, van Jesús, María y José al Templo de Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Para todo israelita, este mandato de Dios era gozosísimo. Todos celebraban la salvación del pueblo de las manos del Faraón, rey de Egipto. Aquella gesta no podía olvidarla todo buen judío. En el paso milagroso del Mar Rojo, Dios manifestó que Israel era su pueblo escogido. ¡Qué menos que alegrarse por ello, cada año, en el Templo, para dar gracias el Señor “porque es eterna su misericordia”!
“Y cuando Jesús cumplió doce años subieron también a la fiesta. Y al terminar se volvieron. Pero al ver José y María que el niño no estaba en la caravana con parientes y amigos, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, después de penosa zozobra, le hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros y doctores, dialogando con ellos”.
María y José no entendían nada y menos la respuesta que Jesús le dio a su Madre, cuando Ella le recriminó por la angustia que habían pasado: “¿Por qué me buscabais, no sabíais que yo debía de estar en las cosas de mi Padre?”...
Jesús, con doce años, tiene conciencia clara de ser el Hijo de Dios, el Hijo del Padre. Y al estar en la casa de su Padre, no puede menos de comenzar, con los doctores y maestros, a preguntarles y a responderles sobre la Palabra de Dios. Estas son “las cosas de mi Padre”. Esta son las cosas que le dan gloria: el conocimiento verdadero de la Palabra de Dios, donde está su gloria… Jesús arde de celo por las cosas del Padre y no se aparta del Templo durante tres días. Aun siendo niño, ya manifiesta que es superior a los doctores de la Ley. Y es que Jesús trae la plenitud de la Ley en su persona: el amor del Padre… No es que Jesús niño sea insensible al dolor de María y de José y de su angustia por su ausencia, pero realiza ahora lo que dirá más tarde: “Hay que buscar lo primero el Reino de Dios” y “el que no pospone al padre y a la madre por amor de Él, no puede ser su discípulo”.
Pero todo esto para María y José está muy lejos de serles comprensible y más con su hijo, tan solo de 12 años. Y como Jesús vino a ser “como un hombre cualquiera”, “volvió con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad”. Y también como cualquier niño: “crecía en sabiduría, en estatura y en gracia, ante Dios y los hombres”. No era todavía el momento de su manifestación a Israel…
Y María, sin apenas entender nada, “guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón”. No dice, “daba vueltas a su cabeza”, sino que lo metía en su corazón para mejor amar lo que Dios hacía y así, mejor adorarlo…
¡Señor, hazme amar lo que tú haces conmigo y que adore con gratitud tus designios de salvación sobre mi vida!...

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