Nos sentimos dichosos, bienaventurados de poder alimentarnos del Cuerpo de Cristo, de este manjar del Cielo.
Nos acercamos a comulgar, haciendo juntos nuestra Comunión Espiritual, sintiendo así la dicha del Señor.
"Gracias, Señor Jesús, porque proclamándolos dichosos, devolviste la dignidad, el reino y la esperanza, a los que el mundo tiene por últimos e infelices, los pobres y los humildes, los que lloran y sufren, los que tienen hambre y sed de la fidelidad de Dios, los misericordiosos que saben perdonar a los demás, los que proceden con un corazón limpio y sincero, los que fomentan la paz y desechan la violencia, los perseguidos por servirte a Ti y al Evangelio.
Tengo hambre de la justicia, que la busque en Ti.
Tengo deseo de paz, que no sólo sea una buena intención.
Que la pobreza sea condición de libertad y no de angustia.
Que mi llanto no me lleve a la desesperación.
Dame los ojos de la fe para ver y, el corazón puro para amar.
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