"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
DOMINGO XXXIII (T.
ORDINARIO)
Ciclo B
Ciclo B
para
la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno.
3
Los doctos brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a la
multitud la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
(v. 1)
- Estamos ante la visión de Daniel del tiempo final, es
decir, ante el Día del Juicio o la Cólera de Dios: “En aquel tiempo” aparecerá Miguel, el gran príncipe, es
decir, el ángel de Jahvé que en Za. 3, 1-2 se contrapone a Satán. En “¿quién es como Dios?”, el Príncipe “de Persia” (?) (10, 13) que protege a Israel contra las
naciones enemigas.
- Será un día terrible para todos (Mt. 24,
21) (Jr. 30, 7) (Jl. 2, 2) en que será salvo Israel, es decir, los inscritos en
el Libro de los Predestinados, el Libro de la vida (Ex.
32, 32-33) (Sal. 69, 29) (Sal. 139, 16) (Is. 4, 3) (Lc. 10, 20) (Ap. 20, 12)
(Dn. 7, 10).
(v. 2)
- He aquí uno de los textos importantes del A.T. sobre la Resurrección
de la carne (II M 7, 9), donde a los muertos los llama “dormidos” porque“despertarán” a la vida eterna o al oprobio eterno (Is.
66, 24) (Ez. 37, 10) (Jn. 5, 28-29).
(v. 3)
- Los “doctos”, es decir, los santos (11, 35) brillarán como el sol,
pero no ya con un renombre póstumo como dice en (Sb. 3, 7) (Is. 1, 31), sino con
una transfiguración escatológica que afecta a sus cuerpos ya “gloriosos” (Mt. 13, 43) (I Cor. 15,
41-42).
Segunda Lectura: Hb. 10, 11-14.18
11
Y, ciertamente, todo sacerdote está en pie, día tras día, oficiando y
ofreciendo reiteradamente los mismos sacrificios, que nunca pueden borrar
pecados.
12
El, por el contrario, habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio, se
sentó a la diestra de Dios para siempre,
13
esperando desde entonces hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus
pies.
14
En efecto, mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para siempre a
los santificados.
18
Ahora bien, donde hay remisión de estas cosas, ya no hay más oblación por el
pecado.
- Los sacerdotes de la Antigua Alianza
oficiaban a diario por el pueblo y por sí mismos, para que les fueran
perdonados los pecados, pero Cristo, con su muerte sacrificial en la cruz, ha
procurado para sí mismo y para los suyos la “salud definitiva”. El mismo ha llegado ya a su meta celestial y comparte
con Dios el trono de los cielos. Allí sólo tiene que aguardar en paz a que “sus enemigos sean
puestos como escabel de sus pies” (Sal. 109) (Act. 2, 33). El autor de Hebreos no da
tanta importancia a los acontecimientos dramáticos del final de los tiempos, en
los que habían fijado toda su atención los autores del apocalipsis. El acontecimiento
escatológico decisivo ha tenido ya lugar y todo lo que ahora queda por
venir, pueden esperarlo los fieles con el mayor sosiego. Ellos también han
logrado la “consumación” o “perfección” (11, 40): tienen abierto el camino que conduce al
lugar santísimo de Dios (Jn. 17, 19). Es cierto que todavía pueden caer en el
pecado y en la infidelidad, pero el autor apela a que Jesús sí que ha
conseguido un puesto y Él lo ha hecho por todos.
(v. 18) Pero dado el
caso de que rechacen y hagan inútil el perdón que se les ha otorgado, han de
saber que ya no hay otro medio con que borrar la culpa de sus pecados.
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