"Ventana abierta"
HOY EL RETO DEL AMOR ES
QUE PREPARES “GELATINA” PARA TU DÍA
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
INVISIBLE
En una de las últimas fiestas me pidieron que hiciese
una tarta. En la receta venía apuntado: “Para toda la Comunidad, multiplicar
por tres la cantidad”.
“Medio sobre de gelatina”.
-Entonces es sobre y medio -comenté.
-Entonces es sobre y medio -comenté.
“Preparar la gelatina siguiendo las instrucciones del
fabricante”.
Agarro la caja: “Para preparar UN SOBRE de gelatina,
ponga a hervir medio litro de agua...”
Bien, ¿recuerdas cuánta gelatina tenía que preparar?
Sobre y medio. Y, ¿sabes cuál fue mi cálculo mental? ¡¡Multiplicar por tres la
cantidad de agua!!
Cuando dos horas después saqué la tarta de la nevera...
evidentemente aquello no había cuajado. Eso ni era tarta ni era nada. Más bien
parecía “base de galleta sumergida en horchata”. Por poco no me recuperan del
infarto.
A toda prisa busqué a la procuradora, fuimos a la
despensa y, nada más abrir el armario, ¡una bolsa con placas de gelatina! El
Señor vino en mi auxilio, pues esa gelatina se puede usar sin disolver en
agua... ¡ya bastante líquida estaba la tarta!
Fue curioso porque, al preparar la gelatina, me fijé en
que era trasparente; es más, al añadirla a la crema, aparentemente no hubo
ninguna diferencia (ni color, ni sabor...), pero, a la mañana siguiente, ¡la
tarta estaba en su punto!
Esta gelatina es una hermosa parábola de la oración.
Hay momentos es que parece que el día “no cuaja”. Las
cosas comienzan a torcerse, y todo apunta a que el resultado no puede ser más
que catastrófico. Tal vez sólo haya sido un malentendido a primera hora, pero
el mal sabor de boca permanece, y empiezas a verlo todo gris: que si ese
conduce despacio, que si este es un desordenado... Y cada vez añades más agua a
la tarta. ¡Es el momento de frenar!
La oración, como la gelatina, se prepara “en un cazo
aparte”. Es necesario salir del ambiente, ponerse en camino, buscar al Señor.
¡Él te espera!
Y, como la gelatina, la oración aparentemente es
invisible, no cambia el color ni el sabor de tu jornada... pero, igual que la
gelatina, ¡es cuestión de dejarla actuar! Y la tarta, cuaja.
“Sin mí no podéis hacer nada”, dice Jesús. Y,
efectivamente, ¡sólo la gelatina arregló la tarta! Y, del mismo modo, sólo la
oración puede hacer que un día gis cuaje en una jornada luminosa y llena de
color.
Hoy el reto del amor es que prepares “gelatina” para tu
día, que reserves un rato en tu agenda para estar con el Señor. ¡Y recuerda que
la gelatina se prepara “en cazo aparte”! Sal de casa y busca un Sagrario. ¡El
Chef te espera! ¡Bon appetit!
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¡Feliz día!
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