"Ventana abierta"
Una fábula de
amor
Dios estaba inmerso en una gran faena
en su taller y un grupo de ángeles, curiosos por lo que estaría haciendo el
Señor, se acercaron a él a interrogarle al respecto.
–
¿Qué estás haciendo Padre?
-Mi
mayor creación –respondió Dios.
- Sí.
¿Qué es exactamente? –preguntaron a coro los ángeles.
- Bueno
–dijo Dios-, es un ser que dispondrá de cuatro pares de ojos y seis brazos.
Los
ángeles no dieron crédito a esto y con extrema sorpresa preguntaron:
- ¿Pero
para que querrá ese ser ocho ojos? ¿Acaso no son muchos?
Con
su paciencia característica, sin molestarse por tantas preguntas, el Señor
explicó:
- Con
un par de ojos será más capaz que cualquier otro ser de apreciar lo bello del
mundo que le rodea. Otro le permitirá entender todo lo que suceda a su
alrededor, es decir, las acciones de todo lo creado por mí. Mediante el tercero
será capaz de leer los pensamientos, eso que no se dice con palabras y sale de
lo hondo del corazón, y con el cuarto par podrá descubrir mi presencia en los
grandes detalles de la vida, como la paz que desbordan los niños mientras
duermen.
- Está
bien, suena maravilloso –dijeron los ángeles. Pero con su curiosidad aún en
alza, volvieron a preguntar:
- ¿Y los seis brazos para qué?
- ¿Y los seis brazos para qué?
Imperturbable
igualmente, Dios volvió a explicar:
- Dos
brazos serán para servir en todas las tareas hermosas de la vida, las simples y
las complejas. Otro par le permitirá acunar a todos mis hijos, acariciarlos en
todo momento que éstos lo requieran y dar amor, cariño y ternura. Los restantes
dos son los que le servirán para levantar a los hijos cada vez que caigan, así
como para combatir frente a lo injusto.
Cada
vez que Dios explicaba, los ángeles se mostraban más asombrados. Ciertamente,
parecía que esta sería la mejor obra del creador supremo.
- ¿Será
inteligente este ser Padre? –preguntaron de conjunto.
- Sí
–respondió Dios. Será capaz de entender todos los temas complicados y apreciar
la belleza de la poesía, así como de hallar siempre la luz aunque parezca que
la oscuridad reinará irremediablemente.
- ¿Pero
para qué en específico lo concibes? ¿Qué funciones le darás? –volvieron a la
carga los ángeles y, una vez más fueron respondidos.
- Esta
creación estará bendecida por mí para calmar el llanto de los niños, alentar a
los emprendedores, perdonar a los que se equivocan, y acompañar en todo momento
incluso cuando no esté ya físicamente o en vida.
Los
ángeles no comprendieron lo que quería decir con exactitud el Señor en todas
las descripciones que había hecho. Su obra se veía magnífica, pero parecía muy
débil y poco contundente para todos los atributos y funciones mencionados.
En
tal sentido manifestaron sus inquietudes a Dios, quien les dijo:
- Mi
creación luce frágil, pero tiene una fortaleza envidiable para cualquier otra
de las que he hecho antes. Puede aguantar la mayor parte de las calamidades de
la vida y nunca permitirá que sus hijos y seres queridos que le rodeen se vean
envueltos en abrumadoras vicisitudes.
Aún
intrigados, y seguros de que aquello que presenciaban era la mayor obra de su Padre, los ángeles finalmente preguntaron:
- Padre,
¿qué es exactamente? ¿Cómo la llamarás?
A
lo que Dios rápidamente y henchido de orgullo por su creación respondió:



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