"Ventana abierta"
TODO SALDRÁ A LA LUZ
16 « Nadie enciende una lámpara y la cubre
con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un
candelero, para que los que entren vean la luz.
17 Pues nada hay oculto que no quede
manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto.
18 Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará. » (Lc. 8, 16-18)
18 Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará. » (Lc. 8, 16-18)
Jesús nos habla aquí de una lógica que
parece infantil. ¿Qué niño hay que se coloca el babero y después no come, o se
pone el abrigo y no va al paseo? ¿Qué luz se enciende y después se esconde, se
tapa para que no dé luz como es lo propio suyo: Iluminar? Y, sin embargo, en la
vida nos comportamos ilógicamente que hasta haría preguntar a un niño: ¿por qué
escondes la luz y la ocultas?
El hombre tiene, aunque no quiera, como dos
zonas en su ser. Una le hace presentarse ante sí mismo, ante Dios y ante los
demás como desnudo, pero no siente vergüenza. Su verdad es su vestido y éste le
cubre siempre. Y esta túnica no tiene pliegues, es tersa como la piel de un
bebé. No oculta nada, es lo que se ve.
La otra zona, es la que tiene muchos
dobleces y arrugas. Entre ellos, ocultamos, a veces sin querer, eso que no nos
gusta de nosotros mismos y también lo que provoca sentimientos negativos y lo
que no nos agrada de los demás. Allí escondemos nuestras iras contenidas,
cuando no nuestras envidias y celos no nombrados y menos reconocidos, y también
esos miedos a tantas cosas que no nos dejan ser felices… Es como una bruma que
entenebrece a ráfagas nuestra existencia…
Pero Cristo ha desvelado con su Palabra esas
zonas oscuras que nos desasosiegan: “Todo está patente ante quién nos ha de
juzgar y no precisamente con una implacable justicia, sino con un amor tierno y
compasivo al vernos tan pobres e indefensos…” ¡Todo, todo se descubrirá y todos
lo verán, todo quedará claro ante la Luz potente de su Amor. Y al que no tenga
miedo ante este Jesús Padre-Madre, si en vida no tuvo más que miserias, se le
multiplicarán en gloria y cielo… Todo se le dará porque amó mucho y conoció,
aunque sea al final del camino, que Jesús es todo entrega y donación, deseo de
posesión del pobre para colmarlo: al que tiene poco se le dará mucho, y al que
cree tener algo de seguridad en sí mismo, se le quitará eso poco que cree
tener…
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