"Ventana abierta"
EL RETO DEL HOY ES QUE NO TE CALLES LAS OBRAS DE DIOS EN TU VIDA
Hola, buenos días, hoy Inés nos lleva al Señor, que
pases un feliz día.
PABLITO
El Señor de vez en cuando te da regalos como el que os
voy a contar hoy, y que son pequeñas señales de la “fecundidad misteriosa” de
la oración.
Hace como año y medio fui a Burgos acompañando a sor
Amada al médico. Cuando ya volvíamos a casa, en la puerta de la estación de
autobuses, nos abordó una chica muy agradable, pero ansiosa: nos pidió que
rezáramos por ella, para que tuviera un hijo. Nosotras la animamos y exhortamos
a que tuviera confianza, que el Señor de la Vida se lo concedería y que
nosotras íbamos a rezar con fuerza por su petición.
Su ruego me trajo a la memoria a Ana, la madre de
Samuel, en la Biblia, y recordé cómo le gusta al Señor nuestra oración cuando
no podemos nada, porque luego cantaremos plenamente convencidos lo grande que
es Su misericordia.
Hace como dos meses llegó un matrimonio joven al torno.
Dijeron que habían pedido oración a dos monjas de aquí y que venían a dar
gracias por su precioso niño. La tornera no sabía qué monjas habían sido, pero,
como la hora era mala y tenían prisa, los atendió con cariño y se despidieron.
Cuando lo contó en el recreo, nosotras inmediatamente
pensamos en aquella mujer de la estación, y sentimos no haberlos visto, pero dimos
muchas gracias al Señor. ¡Él había hecho el milagro!
Y el Señor nos tenía preparada una sorpresa: Ayer
vinieron de nuevo, tras haber bautizado al pequeño Pablo. ¡Si viérais que niño
tan guapo...! Con 6 meses, ¡qué vitalidad y qué pacífico a la vez! Y, sobre
todo, me impresionó la actitud de los padres: deshechos de gratitud y alegría,
volcados en su Pablito que, sorprendentemente, ya maneja el móvil que su padre
le puso en las manitas y que él sujetaba perfectamente.
Al volver del locutorio, sor Amada y yo nos admirábamos
del don de la vida, este Regalo por encima de nuestras fuerzas; pero también
nos dábamos cuenta de la necesaria y consiguiente gratitud para gozar del don.
Al final de la visita, la madre nos había contado que,
cuando parecía que no iba a poder quedarse embarazada, una enfermera cristiana
le había recomendado que, si veía unas monjas, les pidiera oración. Ésa fue la
causa de que se acercara a nosotras.
Me impresiona comprobar la fuerza del testimonio y cómo,
si cada uno contamos las maravillas del Señor en nuestra vida, la Buena Nueva
se difunde y da mucho fruto.
Por eso, el reto de hoy es que no te calles las obras de
Dios en tu vida, que comuniques lo grande que es contigo y, sobre todo, hoy te
invito a vivir en actitud de acción de gracias.
VIVE DE CRISTO
www.dominicaslerma.es
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