"Ventana abierta"
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al
Señor. Que pases un feliz día.
¡¡QUÉ BUENO!!
Hace ya unos meses, una hermana, sabiendo
mi afición por la cocina, me prestó un libro sobre repostería.
Pues bien, estaba yo ayer, en la oración,
meditando lo que nos había comentado nuestro hermano dominico sobre lo mucho
que nos ama Jesucristo. Mi mente volaba en altas contemplaciones... y aterrizó
en la cocina. ¡De pronto me descubrí recordando recetas del libro de postres!
¡Qué desastre! ¡Qué forma de despistarse!
“En fin...”, pensé, “triste condición
humana... ¿Por dónde íbamos, Señor?”
De nuevo pensando en las bondades del
Padre del Cielo y demás... y otra vez el libro dichoso en mi cabeza.
“¿Será posible?”, exclamé comenzando a
mosquearme con mi escasa capacidad de concentración.
De pronto recordé algo que había leído en
la introducción del libro de repostería: “Los postres no sirven para nada. Así
como los demás alimentos buscan ante todo aportar nutrientes, vitaminas, etc.,
los postres no tienen esa función práctica. Su misión es, simplemente, hacer
disfrutar a los comensales”.
Y, en ese instante, ¡lo comprendí!
¡Ahora sí que podía deshacerme en un mar
de gratitud y alabanza! Realmente... ¡¡qué bueno es nuestro Padre Dios!!
¿Lo habías pensado alguna vez? Él no solo
hizo la comida necesaria y nutritiva, sino también agradable y deliciosa.
Podría haber hecho que nos alimentáramos solo de hierbas o, simplemente, no
regalarnos papilas gustativas, al fin y al cabo, igual que los postres en una
comida, ¡no eran necesarias!
Pero el Señor no solo hizo que el universo
fuera funcional, ¡sino también hermoso! Al terminar la Creación, Dios vio que
todo era “muy bueno”, ¡se deleitó en su obra! Y ahora nos la regala... ¡”para
que la disfrutemos”! (1 Tm 6, 17).
Realmente... ¡qué bueno es nuestro Dios!
¡Cómo nos ama!
Hoy el reto del amor es saborear tu
comida. Sí, tan fácil (y asombroso) como eso. Déjate sorprender por la
maravilla de los diferentes sabores, colores, texturas... ¡cuántos regalos
pueden entrar en un solo plato! Hoy aliña tu almuerzo con una enorme acción de
gracias al Señor, que ha cuidado hasta esos pequeños detalles ¡para que puedas
disfrutarlos! Si al comer hoy te surge un “¡Qué bueno!”, recuerda terminar la
frase: “¡Qué bueno... es el Señor!” ¡Que aproveche!
VIVE DE CRISTO
https://dominicaslerma.es/
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