AGUA EN EL ZAPATO
Ayer, después de la meditación, me fui a
dar un paseo por la huerta. La verdad es que está preciosa, parece una alfombra
verde llena de colores, ya que las flores silvestres han crecido por todas
partes.
Cuando estaba en el punto más lejano de la
huerta, empezó a llover, pero... ¡de qué manera! Llovía torrencialmente, así
que, a toda prisa, comencé el camino de vuelta hacia el convento.
Al llegar me di cuenta de que mi pie
derecho estaba empapado. Miré el zapato y, aparentemente, no tenía ningún
agujero por donde pudiera colarse el agua: por arriba estaba impecable y,
aunque al instante pensé que la suela se habría roto, al levantar el pie
comprobé que también la suela estaba en perfecto estado.
Mi razón empezó a maquinar tratando de
averiguar por dónde se habría colado el agua, porque la realidad era que mi
media y mi pie estaban empapados.
Por más que razonaba, no conseguía
encontrar la respuesta, ¡aquello no tenía lógica!
En esto me senté, dispuesta a cambiarme
los zapatos... ¡y lo encontré! Al estar sentada, veía el lateral interior del
zapato, y pude descubrir que, en aquel punto, la suela estaba despegada, ¡pero
solo se veía desde esa posición!
Me di cuenta de cómo había luchado por
razonar algo que estaba oculto a mi vista, aunque no podía llegar a ello
mediante la razón. Sólo la vivencia, la sensación de humedad me decía que tenía
que seguir buscando.
Seguro que tienes en tu corazón algo que
la razón no puede entender, un sufrimiento del que no ves salida, una
enfermedad que no se puede curar, un hijo que no sabe qué hacer el año que
viene... algo en tu corazón que te hace sufrir y que, humanamente, no
encuentras descanso. Pero no lo encuentras porque no lo hay: te has topado de
frente con tu debilidad, con tu humanidad... quieres que algo humano sea divino,
y esto es imposible.
Muchas veces queremos amar y no podemos,
queremos perdonar y no podemos, queremos aceptar y no podemos... Son tantas las
situaciones en las que nos encontramos con nuestra debilidad de frente y...
¿qué hacer? ¿Sabemos dónde está la fuerza y la sabiduría para estas situaciones
de debilidad?
Y es verdad. Hoy da gracias porque eres
humano, da gracias por ser limitado, y deja a Dios ser Dios en tu vida, deja a
Cristo ser fuerte en ti. No tienes que ser fuerte tú, pues tú no puedes. No
tienes capacidad para encontrar el agujero de tu zapato; tu ser puede detectar
tu pie mojado, pero sólo Cristo encontrará el agujero y te secará los pies... para
luego regalarte unos zapatos nuevos.
Jesús quiere estar en tu vida, pero no de
una forma pasiva, ¡al revés!, quiere hacerte feliz, hoy quiere regalarte que
ames tu debilidad, que no luches contra ella, sino que la ames y, desde esa
debilidad, te cuelgues de Cristo y vivas de Él, dejándole ser fuerte a Él en
ti.
Hoy el reto del amor es pedir a Jesús que
sea fuerte en ti, que, ante la debilidad que sientes en esa situación, no
quieras solucionarlo tú: déjale hacerlo a Él.
VIVE DE CRISTO
https://dominicaslerma.es/
¡Feliz día!
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