Carta abierta a los niños de Primera Comunión
Queridos niños que en estos
próximos días vais a recibir por primera vez a Jesús en la Eucaristía, dejadme
que os ponga estas letras escritas con cariño y amistad.
Vuestros catequistas, que
os quieren de verdad, os han enseñado muchas oraciones. No dejéis de rezarlas.
Procurad rezar todos los días. Rezad cuando os levantáis, por la noche antes de
ir a dormir; y rezad también antes de las comidas. Demos gracias a Dios por
todo lo que tenemos y recibimos. Pidámosle fuerzas para ser mejores, y, sobre
todo, mejores amigos de Jesús.
¡Qué suerte, qué alegría
tan enorme, poder recibir a Jesucristo hecho pan para ser vuestro alimento
espiritual! ¿No es verdad? Y ¿verdad que, cuando vuestros padres esperan una
visita, limpian y ordenan la casa? Procurad también vosotros limpiar bien
vuestro corazón para poder recibir al Señor. Ya sabéis que el corazón está
limpio cuando hay mucho amor a Jesús, cuando rezamos y cuando hacemos lo que le
agrada. Confesaros frecuentemente. El Sacramento de la Confesión es el abrazo
de Dios, un abrazo lleno de amor y de misericordia por cada uno de nosotros.
¡Qué bien lo expresaba Jesús cuando decía: ¡Hay más alegría en el cielo por un
pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no tienen
necesidad de penitencia! ¡Qué gozada es saber y vivir que Jesús nos perdona los
pecados! Ya sabéis que eso sucede cuando el sacerdote, que representa a Cristo,
nos dice: Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
Seguro
que vuestros padres, que tanto os quieren, preparan una fiesta para el día de
vuestra Primera Comunión. Decidles que la fiesta sea bonita pero sencilla. No
es necesario hacer grandes gastos. Lo importante es que ese día haya mucho amor
en el corazón de todos y una gran fe en Dios que se acerca a vosotros, a
vuestras familias. Decidles que no son necesario muchos regalos y caros, que
basta alguna cosa sencilla.
Siempre,
pero especialmente en momentos como los que vivimos, hemos de tener en cuenta a
los más pobres. No caigamos en el consumismo. El excesivo lujo en la comida y
en los trajes, los regalos muy caros, los gastos desorbitados… van en contra de
lo que la Eucaristía representa. Son ostentación y desprecio de los pobres,
olvido de la sencillez del Evangelio. Una cosa es hacer fiesta gozosa y otra
muy distinta el excesivo lujo y la complicación de una fiesta que desvía y
distrae de lo más importante y central del acontecimiento que se celebra.
Como
gesto de caridad y cercanía a los más desfavorecidos sugiero que en el
Ofertorio de las Misas con primeras Comuniones los niños y niñas de Primera
Comunión, os desprendáis de unos dineros para entregarlos a Cáritas y así se
puedan atender las necesidades más urgentes. He visto que lo hacen en algunas
de nuestras parroquias y me gustaría que lo hicieran todas
Recibid
mi felicitación, mi afecto y mi bendición.
+Manuel Sánchez Monge,
No hay comentarios:
Publicar un comentario