"Ventana abierta"
AGUA VIVA
Estaba tranquilamente estudiando en mi
celda cuando empezó la tormenta.
Al principio era muy bonito y bucólico,
“estudiar con el murmullo del agua”... pero el “murmullo” empezó a subir de
volumen.
-Necesito silencio para estudiar...
-comenté.
Como única respuesta, los ruidos se
hicieron más fuertes, parecía que estuviesen lanzando piedras a mi ventana:
¡¡era granizo!!
El ruido era ensordecedor. Me incliné
sobre el libro tratando de centrarme. Y, de pronto, un sonido diferente en
medio del atronador espectáculo:
-¡Clonc!... ¡clonc!... ¡clonc!...
¡Una gotera! ¡¡Una gotera en mi celda!!
Con un susto impresionante, me di a la
fuga en busca de auxilio. “Lo importante es que no tengas la gotera encima de
la cama”, me decían unas. “Pon un trapo en el cubo, para que el ruido no te
despierte por la noche”, me recomendaban otras.
Así estábamos, cuando, de pronto, nuevos
gritos, esta vez de la biblioteca. Subimos corriendo... y me descubrí sumergida
en una visita turística a las cataratas del Niágara. ¡¡Allí había que entrar en
canoa!!
Al parecer, el granizo había roto algunas
tejas, había entrado en el entretecho y, poco a poco, había empezado a
derretirse, calando las vigas hasta empaparlo todo. ¡Hubo que subir al
entretecho a quitar los montones de granizo!
En ese momento me di cuenta de que, ¡así
es como nos pasa con el Señor! Cristo, como el granizo, busca la más pequeña
rendija para poder colarse en nuestra vida. Nosotros somos como las vigas de
madera: cuando el Señor nos toca, deja huella, nos moja.
Sin embargo, la gotera de mi celda y las
de la biblioteca no eran iguales. Y es que podemos abrirnos o cerrarnos a la
acción de Cristo. Si le dejamos entrar, el montón de granizo se hace más
grande, la viga se empapa más y más... ¡hasta que empieza a gotear en cascada!
El mismo agua que recibe es el que entrega. Porque sólo el que se ha empapado
del amor de Jesucristo puede amar de verdad a los demás.
Hoy el reto del amor es que te empapes. Te
invito a que hoy, en tu rato de oración, te abras al amor que Cristo está
derramando sobre ti. Después preséntale a esa persona que tienes en tu corazón.
Ora, intercede... y pídele a Cristo que te indique un gesto de cariño hacia él
o ella. ¡Que hoy tu día esté lleno de goteras de amor! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
Apuesta por el Amor
https://dominicaslerma.es/
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¡Feliz día!
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