"Ventana abierta"
Con Jesús
comienza algo bueno
A lo largo de este nuevo año litúrgico, los cristianos
iremos leyendo los domingos el evangelio de Marcos. Su pequeño escrito arranca
con este título: «Comienzo de la buena noticia de Jesús, el Mesías, Hijo de
Dios». Estas palabras nos permiten evocar algo de lo que encontraremos en su
relato.
Con
Jesús «comienza algo nuevo». Es lo primero que quiere dejar claro Marcos. Todo lo
anterior pertenece al pasado. Jesús es el comienzo de algo nuevo e
inconfundible. En el relato, Jesús dirá que «el
tiempo se ha cumplido». Con él llega la buena noticia de Dios.
Esto es lo que están
experimentando los primeros cristianos. Quien se encuentra vitalmente con Jesús
y penetra un poco en su misterio sabe que con él empieza una
vida nueva, algo
que nunca había experimentado anteriormente.
Lo que encuentran en Jesús es
una «Buena Noticia». Algo nuevo y bueno. La palabra «evangelio»
que emplea Marcos es muy frecuente entre los primeros seguidores de Jesús y
expresa lo que sienten al encontrarse con él. Una sensación de liberación,
alegría, seguridad y desaparición de miedos. En Jesús se encuentran con
«la salvación de Dios».
Cuando alguien descubre en
Jesús al Dios amigo del ser humano, el Padre de todos los pueblos, el defensor
de los últimos, la esperanza de los perdidos, sabe que no encontrará una
noticia mejor. Cuando conoce el proyecto de Jesús de trabajar por
un mundo más humano, digno y dichoso, sabe que no podrá dedicarse a nada más
grande.
Esta Buena Noticia es Jesús
mismo, el protagonista del relato que va a escribir Marcos. Por eso su
intención primera no es ofrecernos doctrina sobre Jesús ni aportarnos
información biográfica sobre él, sino seducirnos para que nos abramos a la
Buena Noticia que solo podremos encontrar en él.
Marcos le atribuye a Jesús dos
títulos: uno típicamente judío; el otro, más universal. Sin embargo, reserva a
los lectores algunas sorpresas. Jesús es el «Mesías» al
que los judíos esperaban como liberador de su pueblo. Pero un Mesías muy
diferente del líder guerrero que muchos anhelaban para destruir a los romanos.
En su relato, Jesús es descrito como enviado por Dios para
humanizar la vida y encauzar la historia hacia su salvación
definitiva. Es la primera sorpresa.
Jesús es «Hijo
de Dios»,
pero no dotado del poder y la gloria que algunos hubieran imaginado. Un
Hijo de Dios profundamente humano, tan humano que solo Dios
puede ser así. Solo cuando termine su vida de servicio a todos, ejecutado en
una cruz, un centurión romano confesará: «Verdaderamente este hombre era Hijo
de Dios». Es la segunda sorpresa.
Domingo 2 Adviento
- B
(Marcos
1,1-8)
10
de diciembre 2017
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