Recordando a nuestro entrañable
Hno. José Martín.
Mª Ángeles Grueso Galindo (Angelita)
Mª Ángeles Grueso Galindo (Angelita)
Hoy
19 de marzo de 2017, nuestro primer recuerdo y oración vamos a ofrecerlo
especialmente en memoria de nuestro entrañable Hno. José Martín. Precisamente en
la festividad de San José, en esta fecha de su Onomástica, a un mes de
distancia aproximadamente de tan sensible pérdida, le extrañamos y añoramos al
no tenerle ya presente físicamente entre nosotros.
A veces cuando experimentamos en
nuestra vida algún momento fuerte de la presencia de Dios, queremos detenernos,
seguir ahí, quedarnos, no avanzar… Pero Dios no quiere eso, y el Hno. Martín lo
sabía. El Señor quiere de nosotros otra actitud.
La fe en Jesucristo, debe ser una fe
que nos mueva a una misión.
Cuando experimentamos el amor de Dios, cuando
conocemos a Jesús, no podemos guardarlo para nosotros, debemos comunicarlo a
los demás.
A veces, desde entonces, en mi
reflexión mantengo un soliloquio, como si pensase en voz alta, en la
conversación que cada sábado al término de la Eucaristía entablaba con el Hno.
Martín, cuando me acercaba a saludarle y a interesarme por su estado de salud.
Él siempre me recibía con un apretón de
manos, poniendo sus manos sobre las mías y con unas palabras de ánimo; también
me hablaba sobre lo transcendental cuando yo le sugería alguna pregunta a tal
efecto:
"Estamos aquí de paso y hasta que Dios
quiera, para llevar su Palabra y para ofrecer lo mejor de nosotros mismos, porque
todo es gracia"- me decía-.
Queridos Sacerdotes de la
Compañía de Jesús, y amig@s tod@s de nuestro siempre querido Hno. José
Martín.
El
día 23 de febrero celebramos cristianamente su muerte y también su larga vida
que, a partir de ahora, queda depositada en manos de Dios que es nuestro Padre.
De alguna manera la Resurrección del Señor y su Pasión, nos mueve a vivir la cruz con esperanza.
De alguna manera la Resurrección del Señor y su Pasión, nos mueve a vivir la cruz con esperanza.
Es el anticipo, es el aviso de la
presencia viva de Cristo resucitado entre nosotros, que nos anima y nos da
fuerzas para seguir adelante.
Nosotros en la oración, como Él, nos
transformamos en otros Cristos.
También es un momento muy oportuno para
confesar nuestra propia fe en la resurrección.
Confesarla con esperanza y hasta con gozo
interior.
Confesarla sin otro fin que el de
agradecer a Dios el don de la vida que, a través de nuestros padres se nos es
dada.
Nuestra
vida es un camino hacia el Cielo. Pero es una vía que pasa a través de la Cruz
y del sacrificio.
La muerte siempre nos arranca, siempre
nos separa de lo que más queremos, confesar nuestra fe en que, aunque ha dejado
esta vida terrena, vive para siempre en Dios, porque Dios no nos creó para
morir sino para vivir. Y vive de un modo nuevo al haber sido transformado y
resucitado por Cristo y con Cristo. En el Hno. Martín, y en todos nuestros
seres queridos ya desaparecidos, se han hecho realidad aquellas palabras de
Jesús:
“El que crea en mí aunque haya muerto vivirá”…
Él ha ido con vela encendida al
encuentro de su Salvador, diciendo:
"Señor yo he vivido esperándote y los
latidos de mi corazón eran tus pasos".
Y recibió al Autor de la Vida abriendo su corazón
de par en par, y el Señor lo envolvió en su claridad.
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