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domingo, 25 de mayo de 2014

¿Dónde has guardado su Palabra?

"Ventana abierta"


¿Dónde has guardado su Palabra?

12 05 2007.     25-Mayo-2014.
 * Vicente Gutiérrez es sacerdote, misionero del IEME del grupo de Tailandia.


 VI Domingo de Pascua.
Hay un chiste por ahí, tan viejo como tan malo, que cuenta que “un niño se acerca a su padre y le pregunta: ¡Papá!, ¿dónde están las Barbados? Su padre le mira por encima del periódico y le responde con cierta despreocupación: Pregúntale a tu madre, que es la que lo guarda todo”.
Ya advertí que no era muy gracioso, tal vez nada, pero sirve para introducirnos con media sonrisa en las palabras que Jesús nos ofrece esta semana: “El que me ama guardará mi palabra”. Parece que hay cierta relación entre el querer a alguien y el tener en cuenta sus palabras. “Mi madre siempre dice…”, “como decía mi abuelo…”, “tenía un profesor que siempre decía…” Es cierto, la palabra de aquella persona a la que admiramos y respetamos, que queremos y valoramos, se convierte en testamento, en herencia para nuestra vida. Son palabras que iluminarán en momentos de confusión o que alentarán cuando estemos desanimad@s. Sencillas frases que de vez en cuando saltan en nuestra mente y nos ayudan a tomar una decisión. Con el tiempo se llegan a convertir en hermosas perlas que guardamos con especial cariño en nuestro corazón junto con la imagen de aquella persona que un día nos las entregó.

Eso es precisamente lo que nos quiere decir Jesús. Si le amamos, si le admiramos, si le respetamos y valoramos, entonces, guardaremos su palabra. Pero, ¡cuidado!, sí, cuidado con cómo guardamos su palabra, no sea que después no sepamos dónde la pusimos o, peor aún, nos olvidemos de ella. Si de verdad amas a Jesús, si de verdad valoras su palabra, no la guardarás en la esquina del último estante, sino que la tendrás bien a mano para cuando te haga falta. No hagas como el padre del chiste que vive en la despreocupación de dónde están las cosas porque otr@s se encargan de ello. Jesús te ha dado a ti su palabra, y es para ti, y tú eres responsable de ella.

La palabra que nos da Jesús respira, por eso no la encierres dentro de una caja sin aire, no pretendas limitarla ni controlarla. Hay mucha gente que trata de hacerlo y al final, la mata. Deja que la palabra que el Señor te ha dado respire el aire del Espíritu.

La palabra que nos da Jesús late, y si la pones junto a tu corazón, éste latirá al mismo ritmo. Aproxima Su palabra a tu vida y permítele que marque el ritmo.

La palabra que Jesús nos da crece, ¿no has oído la parábola del sembrador (Cf. Lc. 8, 4 – 15)?. La palabra dada no sólo necesita “buena tierra”, también necesita que se la cuide, se la riegue, que le dé el sol, que se quiten las malas hierbas a su alrededor… Si permites que la semilla crezca tú también crecerás.

L@s critian@s hemos recibido la Palabra de Dios, pero los católicos, y aquí hay que reconocerlo con sinceridad, hemos delegado la responsabilidad de guardarla. Durante mucho tiempo el acceso a la misma no ha sido fácil y aún queda como cierto temor a acercarse a ella. Yo te hago esta invitación: lee la Biblia. No te conformes con lo que otr@s te cuenten de ella. Mírala cara a cara. Vívela tú. Descubrirás lo maravillosa que es, lo poderosa y llena de fuerza que puede llegar a ser. Te asombrarás cuando vayas descubriendo que hay palabras especiales para ti, que te estaban esperando para darte nueva vida, para alentarte, para iluminarte. Deja que la palabra de Jesús respire, lata y crezca dentro de ti y entonces podremos vivir como Él desea que vivamos; sin que tiemble ni se acobarde nuestro corazón.



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