"Ventana abierta"
(reflexión de José Román Flecha)
LA MUERTE Y LA VIDA
Domingo 5º de Cuaresma. A
10 de abril de 2011
La samaritana, el ciego de Nacimiento y Lázaro de Betania juegan un importante papel en la catequesis cuaresmal. Después de habernos presentando en los domingos anteriores el símbolo del agua y de la luz, la liturgia apela hoy al misterio de la vida que triunfa sobre la muerte.
Ya el
profeta Ezequiel veía como una muerte la situación de su pueblo, pero confiaba
en una restauración nacional que imaginaba al modo de una resurrección. Evidentemente,
Sólo Dios podía llevar a cabo esa esperanza (Ez 37, 12-14).
Por otra
parte, para Pablo están presos de la muerte todos los que viven como esclavos
del pecado. Sólo la santidad que brota de la fe en el resucitado puede
vivificar a los creyentes, gracias al Espíritu del que resucitó de entre los
muertos (Rom 8,8-11).
Cercanos ya
a la celebración de la Pascua, descubrimos en el icono de Lázaro de Betania y
sus hermanas Marta y María, la promesa de la nueva vida a la que Jesucristo nos
convoca.
LA AMISTAD Y LA FE
El evangelio que hoy se proclama recoge el relato de la resurrección de Lázaro (Jn 11, 1-45). El texto juega con las dos dimensiones que configuran nuestra existencia: la realidad que nos revela como seres humanos y la apertura al ámbito divino. Las dos son importantes e imprescidibles. Las dos confluyen para contribuir a nuestra realización.
En el plano
de lo natural se sitúan la amistad y el amor, la enfermedad y la nostalgia, la
llamada y la interpelación al amigo, la muerte del ser querido y el llanto del
que pasa por el trance del duelo. Nada de todo eso puede ser ignorado. Sería un
error trivializar esas realidades y despreciar los sentimientos que desatan en
nosotros.
En el plano
de lo sobrenatural está la necesidad de la fe. Hasta siete veces aparecer el
verbo “creer” en este relato. Preguntada por Jesús, Marta afirma creer que Él
es el Mesías, el Hijo de Dios que había de venir al mundo. Jesús ora, esperando
que la gente que le rodea crea que el Padre lo ha enviado. Y los discípulos
creen también en Jesús al ver que ha devuelto a Lázaro la vida.
EL AMIGO Y EL SEÑOR
“Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”. Esas palabras que Jesús dirige a Marta constituyen el centro y el núcleo de esta catequesis evangélica.
- “Yo soy la resurrección y la vida”. En los encuentros con la Samaritana, con el ciego de nacimiento y con Marta de Betania Jesús revela su identidad. El es el Mesías que había de venir, el Hijo del hombre que nos da la luz y el Hijo de Dios que nos abre las puertas de la vida.
- “El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá”. La muerte ha entrado en nosotros por nuestro pecado. Parecemos vivir cuando estamos muertos. Pero por la fe en el Mesías Jesús alcanzamos el don precioso de la vida verdadera. Parecemos débiles, pero gozamos de una vida inmarchitable.
- “El que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”. La vida nueva, semilla y fruto de la fe en Jesucristo, es garantía de vida eterna. La fe verdadera, como el amor verdadero, es más fuerte que el fracaso de la muerte.
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