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martes, 1 de octubre de 2013

Enseñar a rezar a los hijos pequeños

"Ventana abierta"


Enseñar a rezar a los hijos pequeños


Los padres somos los trasmisores de la fe. Como toda enseñanza, la daremos de mejor modo si vivimos lo que pretendemos enseñar, pero aún así, si no somos todo lo perfectos que desearíamos, no nos desanimemos, que gracia no nos va a faltar; Dios nos eligió para ser padres o superiores de estos niños que debemos ayudar a llegar al cielo, confiemos en Él que en definitiva da el incremento de la fe.
Antes que nada, busca unas dos o tres oraciones muy sencillas, ojalá rimadas, para que sea un hábito en algún momento del día. Idealmente puede ser al acostarse, pero sin que ya los esté venciendo el sueño, para que se acostumbren a no irse a la cama sin recordar que son HIJOS DE DIOS. Destaca esto, pues si algún día les faltáramos, será natural para ellos recordar que tienen un Padre que no falla, no muere, no abandona y que los quiere por sobre cualquier consideración.

 

El momento de la oración con los niños debe ser grato, sin apuro, pues es la hora en que se abren los corazones también y salen las confidencias que con el correr de los años serán el mayor tesoro entre las generaciones: la confianza.
No sólo hagas con ellos oraciones vocales ya estructuradas, hechas, sino que busca por sobre todo que vayan siendo capaces de HABLAR CON DIOS de sus cosas, que es la esencia de toda oración, sin olvidar a los demás que son sus prójimos.

 

Enséñales un orden:

A agradecer.
Proponles algo así como: ¿Qué cosas buenas pasaron hoy? démosle gracias al Señor pues no todos los niños han tenido cosas tan buenas este día.
Recuérdales los niños enfermos, tristes, solos, etc y que agradezcan las cosas MUY sencillas, pues son dones de Dios personalmente para ellos. Que descubran sus regalos escondidos en lo cotidiano. Los hará ser generosos y a no exigir más de la cuenta.

 

A pedir perdón.
¿Quién estará triste por culpa mía hoy? ¿Mis hermanos? ¿Mis padres? ¿Mis amigos? ¿Dios? que pidan perdón con gran paz, y que luego lo hagan frente a los afectados. Se acostumbrarán a perdonar ofensas más dolorosas y sobre todo a perdonarse ellos mismos. No cargarán con culpas agobiantes. Ya les enseñaste que Dios es su Padre, y como los ama, los perdona.

A contarle sus cosas de niños.
El hecho de exponer los sucesos del día ya hace tener una conciencia especial de ellos. Obliga a tomar distancia, a ser más objetivos. Les servirá toda la vida también.

A pedir por todas las necesidades.
No sólo por las propias, ni sólo las materiales. Enséñales a MIRAR a los demás y sus carencias. Los hará hombres y mujeres de bien, caritativos, generosos y solidarios que a la larga les dará una felicidad en la tierra y luego en el cielo que nunca nadie les podrá arrebatar.

 

No viene mal que se acostumbren a pensar en Dios, en las verdades de la fe; en el cielo, en el infierno, pero sin agobios ni miedos, más bien como un lugar altamente indeseable y triste, lejos de Dios. Sí, lamentablemente existe, no cometas el error de negarlo -es dogma de fe-, más bien colócalo en su sitio y destaca lo hermoso que es ir al cielo pues el Señor les tiene preparado unos lugares especiales para ellos y para nosotros sus padres, para gozar todos juntos de su gloria.

Insisto en que es muy fácil aprender la fe de labios de sus padres si somos fieles, CONSTANTES y piadosos los mayores. Dios desea que lo hagamos. Contemos con su ayuda.






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