"Ventana abierta"
Martes 3 septiembre 2013.
San Gregorio Magno, Papa
San Gregorio Magno, Papa
Buenos días estimados amigos:
Oración
"Cuando por las calamidades exteriores se crean las tinieblas del sufrimiento, en lo interior se enciende la luz del conocimiento espiritual.
Por el pecado perdemos la unión con Dios; es justo, pues, que volvamos a la paz con Él a través de las calamidades.
De este modo, cuando cualquier cosa creada -buena en sí misma- se nos convierte en causa de sufrimiento, ello nos sirve de corrección para que volvamos humildemente al Autor de la paz.
Es un gran consuelo, en medio de la tribulación, acordarnos de los dones recibidos de nuestro Creador.
Quien en tiempo de los favores se olvida del temor de la caamidad, cae en la arrogancia por su satisfacción actual.
Y quien en el tiempo de la calamidad no se consuela con el recuerdo de los favores recibidos, es llevado a la más completa desesperación".
San Gregorio Magno.
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Amigos, hasta aquí la oración de San Gregorio Magno.
Todos sabemos que Dios Padre nos crea.
Que Dios Hijo, que es Jesucristo, nos rescata.
Como la luz de la luna que alumbra de noche en la oscuridad, así es María.
Cuando estamos en las tinieblas, en la oscuridad, la Virgen María nos tiende la mano, nos ilumina como la luna para que no caigamos en el pozo, ni tropecemos con la piedra.
La luz de la luna no es tan fuerte como la luz del sol.
María es como la luna y Jesús es como el sol.
Y cuando amanece el día, llega la luz del sol que es más fuerte que la luz de la luna.
Mientras, María nos ilumina y nos coge de la mano bien fuerte hasta que llega su Hijo, el Sol de Justicia, que es Dios.
Dios nos da libertad para que decidamos y hagamos por nosotros mismos. Él no nos impone ni nos sujeta a nada. Y si cometemos cualquier falta, Él está ahí para perdonarnos como un padre cuando el hijo se arrepiente verdaderamente.
Tenemos un cuerpo, tenemos pies, y si nos llevan los pies por mal sitio, Él no nos los corta para que no vayamos, Él nos da libertad de acción.
Tenemos una cabeza si actuamos mal, Él no nos corta la cabeza. Él siempre está cerca de nosotros si decidimos ir con Él, pero nos deja libres para que nosotros obremos según nuestra voluntad.
Jesús está clavado en la cruz.
Jesús no tiene un palo en la mano, sino que tiene la mano en el palo, que es distinto.
Él está clavado por nosotros en esa cruz, pero está con los brazos abiertos para darnos el abrazo de Padre Bueno, y en ese abrazo todos cabemos cuando volvemos a Él.
Cuando estamos en las tinieblas, en la oscuridad, la Virgen María nos tiende la mano, nos ilumina como la luna para que no caigamos en el pozo, ni tropecemos con la piedra.
La luz de la luna no es tan fuerte como la luz del sol.
María es como la luna y Jesús es como el sol.
Y cuando amanece el día, llega la luz del sol que es más fuerte que la luz de la luna.
Mientras, María nos ilumina y nos coge de la mano bien fuerte hasta que llega su Hijo, el Sol de Justicia, que es Dios.
Dios nos da libertad para que decidamos y hagamos por nosotros mismos. Él no nos impone ni nos sujeta a nada. Y si cometemos cualquier falta, Él está ahí para perdonarnos como un padre cuando el hijo se arrepiente verdaderamente.
Tenemos un cuerpo, tenemos pies, y si nos llevan los pies por mal sitio, Él no nos los corta para que no vayamos, Él nos da libertad de acción.
Tenemos una cabeza si actuamos mal, Él no nos corta la cabeza. Él siempre está cerca de nosotros si decidimos ir con Él, pero nos deja libres para que nosotros obremos según nuestra voluntad.
Jesús está clavado en la cruz.
Jesús no tiene un palo en la mano, sino que tiene la mano en el palo, que es distinto.
Él está clavado por nosotros en esa cruz, pero está con los brazos abiertos para darnos el abrazo de Padre Bueno, y en ese abrazo todos cabemos cuando volvemos a Él.
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