"Una vez un
señor paseaba con su hijo por los campos de su granja, y le aconsejaba de que
tuviera cuidado con el paso de las carretas, ya que éstas podrían atropellarlo,
enseñándole cómo advertir la venida de una de éstas, por el ruido que producía
al desplazarse; y para lo cual se inclinó y puso su oreja sobre la tierra,
invitándole a imitarlo.
Al día
siguiente, ambos nuevamente se encontraron en el camino, y el pequeño de manera
intuitiva, inclinó su oreja sobre el camino y emocionado gritó: ¡padre viene
una carreta¡ su progenitor hizo lo propio, constatando que efectivamente era
cierto, y levantándose le dijo: "viene una carreta y está vacía"
El niño
sorprendido le preguntó asombrado: "padre, y cómo sabes que está
vacía", recibiendo como respuesta, que era así, " porque era muy
ruidosa"; dicho lo cual su padre le explicó: "hijo mío, así como hay
carretas ruidosas, en el mundo encontrarás hombres ruidosos, que serán así
porque tienen vacíos la mente y el corazón, aléjate de ellos, porque presumirán de fanfarrones, valentones y de falsos sabios. Sus acciones te llenarán de ira,
tratarán de humillarte y molestarán la tranquilidad de tu alma".
Me
convertí en adulto, y ahora, cuando veo a una persona hablando
demasiado, interrumpiendo la conversación, siendo inoportuna o
arrogante, presumiendo de lo que tiene o de lo que es, mostrándose
prepotente o menospreciando a los demás, tengo la impresión de oír de
nuevo la voz de mi padre diciendo: "Cuanto más vacía va la carreta,
mayor es el ruido que hace".
La
humildad hace callar a nuestras virtudes y permite a los demás
descubrirlas, y nadie está más vacío que aquel que está lleno de sí
mismo."
Amig@s,
llenemos nuestros corazones con la ley de la hermandad y nuestras mentes con
nobles ideales, para estar plenos y no vacíos como la carreta ruidosa.
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