"Ventana abierta"
El árbol de los problemas
El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer año de trabajo.
Su cortadora eléctrica se dañó y le hizo perder una hora de trabajo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar. Mientras lo llevaba a su casa en mi automóvil, permaneció en el más absoluto silencio.
Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia.
Mientras nos
dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando
las puntas de las ramas con ambas manos.
Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación.
Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación.
Su bronceada cara
estaba plena de sonrisas.
Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente me acompañó hasta el coche.
Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que había visto hacer un rato antes. "Oh, ese es mi árbol de los problemas" contestó:
Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura, los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a nuestros hijos.
Así que simplemente, cada noche cuando llego a casa, le digo al Señor:
"Te dejo colgados mis problemas en este árbol. Ayúdame por favor, Señor, a afrontarlos de la manera más adecuada".
Luego por la mañana los recojo otra vez diciendo:
"Señor, recojo nuevamente mis problemas. Ayúdame por favor a resolverlos".
Lo maravilloso es, dijo sonriendo, que cuando salgo por la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior, gracias a Dios.
Qué bueno es tener un árbol para colgar nuestros problemas y no llegar a casa cargados con ellos, de mal humor, haciendo infelices a los que nos rodean.
Los problemas de nuestros trabajos no deben afectar nuestra vida familiar, hay que "desconectar" al llegar al hogar.
¡Que bonita moraleja!
Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente me acompañó hasta el coche.
Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que había visto hacer un rato antes. "Oh, ese es mi árbol de los problemas" contestó:
Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura, los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a nuestros hijos.
Así que simplemente, cada noche cuando llego a casa, le digo al Señor:
"Te dejo colgados mis problemas en este árbol. Ayúdame por favor, Señor, a afrontarlos de la manera más adecuada".
Luego por la mañana los recojo otra vez diciendo:
"Señor, recojo nuevamente mis problemas. Ayúdame por favor a resolverlos".
Lo maravilloso es, dijo sonriendo, que cuando salgo por la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior, gracias a Dios.
Qué bueno es tener un árbol para colgar nuestros problemas y no llegar a casa cargados con ellos, de mal humor, haciendo infelices a los que nos rodean.
Los problemas de nuestros trabajos no deben afectar nuestra vida familiar, hay que "desconectar" al llegar al hogar.
¡Que bonita moraleja!
A partir de ahora, procuraros vuestro "árbol de los problemas" notareis la diferencia.
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