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domingo, 5 de mayo de 2013

El agradecimiento de los humildes

"Ventana abierta"


EL AGRADECIMIENTO 
DE LOS HUMILDES
 
En esta vida, todos -grandes o pequeños- necesitamos a los demás. Es cierto que no hay que hacer el bien para recibir, a su tiempo, algo en pago. Pero sucede a menudo que lo recibimos. Y ello nos indica que la generosidad suscita generosidad y enriquece nuestra existencia.



El León y el Ratón
Fábula de Félix María de Samaniego


Estaba un ratoncillo aprisionado
en las garras de un león; el desdichado
en tal ratonera no fue preso
por ladrón de tocino ni de queso,
sino porque con otros molestaba
al león, que en su retiro descansaba.
Pide perdón, llorando su insolencia.
Al oír implorar la real clemencia,
responde el rey en majestuoso tono:
-¡Te perdono!
Poco después, cazando el león tropieza
en una red oculta en la maleza.
Quiere salir; mas queda prisionero.
Atronando la selva, ruge fiero.
El libre ratoncillo, que lo siente,
corriendo llega, roe diligente
los nudos de la red, de tal manera
que al fin rompió los grillos de la fiera.

Moraleja de la fábula:

Conviene al poderoso 
para los infelices ser piadoso. 
Tal vez se puede ver necesitado 
del auxilio de aquel mas desdichado.

Un día en que el León estaba dormido, un ratón pasó corriendo por su cara. 

 

El león se despertó con un rugido y atrapó al ratón entre sus patas. El ratón, asustado, temió estar a punto de morir y suplicó por su vida.
-¡Por favor, grande y poderoso león, por favor, deja que me vaya! Devuélveme mi libertad y un día yo te recompensaré por tu generosidad.


Al león le sorprendió tanto que el diminuto, tembloroso y atemorizado ratón pensara que podía ayudar a alguien tan grande, fuerte y osado como él que soltó una gran carcajada y dejó que el ratón se fuera.


 

 Algún tiempo después cuando el ratón corría de un lado a otro entre la maleza, oyó rugir al león. Le pareció como si el león tuviera algún tipo de problema y fue a ver si podía ayudarle. El león estaba atrapado en la red de un cazador y no podía escapar.
-No hay nada que tú puedas hacer para ayudarme- dijo el león tristemente al ver al ratón-. Cuando los cazadores vuelvan con sus lanzas me matarán.
-Aún no ha llegado tu último día- dijo el ratón. Y comenzó a mordisquear la red con sus afilados dientecitos. Pronto hizo un agujero lo suficientemente grande como para que el león pudiera salir.



-Tenías razón- dijo el león cuando los dos corrían para ponerse a salvo- hay veces que los débiles pueden ayudar a los fuertes.





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