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jueves, 21 de julio de 2011

"Ventana abierta"

"Era una Virgen pequeña".


¡Hola, amigos, /as!
Nos encontramos, cosa curiosa, ante una fiesta que nunca existió en el calendario de la Virgen.
 Una fiesta que nos hemos inventado todos aquellos, que hemos tenido mucha prisa por consagrar al Señor aquella Criatura, aquella jovencita, que salió de sus manos, como sale la aurora entre los velos de la noche.

Y es que los cristianos nos hemos dicho, que si su Hijo fue presentado en el templo para cumplir con aquella ley, aquel precepto, que les obligaba a pasar por allí a todos los primogénitos; Ella, que es la primogénita en materia de gracia, también tiene que pasar por el templo para ser consagrada definitivamente al misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo. 

Así que ni cortos ni perezosos, nos hemos montado una fiesta, y es la de "La Presentación", el día 21 del preinvernal noviembre. 

Y en esta fiesta hemos desarrollado una escena:

"Por un lado está Joaquín y Ana. Y están allí como muy puestos, muy vanidosos, muy orgullosos ante Dios por la hija que les ha concedido.

Y por otro lado está Ella; bueno, qué voy a decir, ¡preciosa!, con una especie, así, como de faldón largo color malva y una capa que le cae por los hombros de un azul intenso.

Ana, lleva la cabeza cubierta, como todas las mujeres maduras de Israel.
Joaquín, va apoyado en un bordón, ese bordón de hacer largos caminos; porque es que la familia viene de Nazaret donde nació un día la Niña.
Esa Niña que nadie esperaba, porque se supone que ya Joaquín y Ana no estaban como para pensar en esas cosas; eran ya un poquito mayores.

Bueno, pues la escena la desarrollamos ante una gran escalinata en un templo de piedra.
Los escalones son un poquito altos, así como para dar a entender que incluso la Virgen tiene que vencer una pequeña resistencia para llegar al Señor.

En la puerta del templo está el sacerdote. Está como en los gineceos de los templos paganos; pero resulta que en Israel, ya sabemos que no había ni gineceos ni tampoco miliciados donde enseñar a jóvenes virgen para el culto de Dios.
El sacerdote, aun dentro de su gravedad, le sonríe.
Ella le besa la mano.
Todos entonan un cántico de alabanza y de agradecimiento por esa belleza, por esa Criatura que el Señor ha concedido a aquella pareja.

Entra en el templo, y así queda consumada "La Presentación".


Pero, bueno, todos sabemos que eso no fue cierto.
Lo que sí sabemos, es que la Virgen se sintió siempre consagrada, consagrada a Dios.

Entonces, nosotros, lo que hemos hecho, es facilitarle en una fiesta esa "Presentación", para que llegase a Él en esa, ¡fiesta preciosa!, cuanto antes; pero esa fiesta que sabemos todos que nunca existió."

¡Hasta pronto, amigos/as!

 

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