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domingo, 17 de julio de 2011

Dos poemas populares:

 "No claudiques".

"A mi hijo".

Está publicado en Internet por Armando Martínez.

Hay poemas a los cuales no se les puede atribuír a ciencia cierta paternidad alguna, poemas que permanecen como obras de autores anónimos que no quisieron o no pudieron reclamar para si reconocimiento sobre algo que a la postre resultó sumamente inspirador para muchos otros. Entre estos poemas hay dos que el vernáculo popular en los países del habla hispana ha atribuído al gran poeta británico Rudyard Kipling, aunque no ha sido posible encontrar las versiones originales en Inglés de las cuales deberían de haber provenido. Pero aunque no haya certeza alguna de que Rudyard Kipling efectivamente haya sido el autor de los poemas que veremos aquí, ello no es razón alguna para que nos privemos de las lecciones y los consejos que encierran de gran valor para la vida diaria. El primero de ellos es conocido como “El cheque por cien mil afanes”, aunque aquí se reproducirá con la traducción al Español del título con el que es conocido en Inglés:


Cuando vayan mal las cosas
Autor anónimo


Cuando vayan mal las cosas
como a veces suelen ir,
cuando ofrezca tu camino
sólo cuestas que subir,
cuando tengas mucho haber
pero mucho que pagar,
y precises sonreír
aun teniendo que llorar,
cuando ya el dolor te agobie
y no puedas ya sufrir,
descansar acaso debes
pero nunca desistir.
Tras las sombras de la duda,
ya plateadas ya sombrías,
puede bien surgir el triunfo,
no el fracaso que temías,
y no es dable a tu ignorancia
figurarse cuan cercano,
puede estar el bien que anhelas
y que juzgas tan lejano,
lucha, pues por más que en la
brega tengas que sufrir.
¡Cuando todo esté peor,
más debemos insistir!
Si en la lucha el destino te derriba,
si todo en tu camino es cuesta arriba,
si tu sonrisa es ansia satisfecha,
si hay faena excesiva y vil cosecha,
si a tu caudal se contraponen diques.
Date una tregua, ¡pero no claudiques!


El otro poema también atribuído con frecuencia a Rudyard Kipling aunque no parece haber nada en su vasta obra que se le parezca en letra (hay uno que se parece en esencia, el cual se titula “If”) es breve pero de gran profundidad:

A mi hijo

Hijo mío :
Si quieres amarme bien puedes hacerlo
tu cariño es oro que nunca desdeño.
Mas quiero que sepas que nada me debes
soy ahora el padre, tengo los deberes.
Nunca en las angustias de verte contento
he trazado signos de tanto por ciento.
Mas ahora mi niño, quisiera avisarte
mi agente viajero llegará a cobrarte.
Será un niño tuyo, gota de tu sangre,
te presentará un cheque de cien mil afanes.
Llegará a cobrarte, y entonces mi niño
como un hombre honrado
a tu propio hijo deberás pagarle.


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