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jueves, 9 de junio de 2011

Poema que le dedico a mis nietos, como si fuesen ellos los que me hablan.



Aquí estoy en el patio de mi casa

¡Abuelita mía querida!
Aunque sé que al Cielo te has ido,
yo continúo sintiendo
que tú sigues conmigo.
Te he amado, te amo
y te amaré siempre
por los siglos de los siglos.
Un día juntos estaremos,
muy alto, allá arriba,
más arriba de los cielos,
en un Cielo infinito
donde espera el Dios Supremo,
para darnos su abrazo de Padre,
de Madre y de Dios Bueno.

No es el final, abuelita,.
No es el fin para nosotros.
Hay otro Cielo nuevo
más allá de las estrellas,



donde hay un jardín florido
lleno de luz y gardenias,
rosas, claveles, geranios, lirios...

y un Ángel nos llevará de la mano
por el Camino elegido.
Allí nos veremos abuelita.
Espérame un poquito,

que tengo que vivir mi vida
para agradar al Dios Bendito.
Él nos creó para siempre,
no para ser finitos,

tenemos que amar en la tierra
incluso a los enemigos,
Él lo mandó en la Última Cena,
en el Cenáculo a sus amigos.
Y es muy difícil, abuela,
cumplir este Mandamiento,
pero es el deseo principal del Padre
y de Jesús, el Hombre Nuevo.
Si conseguimos amar así,
cumplimos todos los Mandamientos;
y allí nos espera a todos
para darnos su abrazo eterno.
Para Él no existe el tiempo,
mil años puede ser un día,
y tú gozando con Él
el tiempo pasa en seguida.


Espérame abuelita,
no quiero que de mí te olvides.
Miraré en el firmamento
el lucero que más brille,
y a él pediré rezando
para que tú me ilumines.


Seguiré en la senda tus pasos,
y esas huellas de Jesús
que tanto nos has inculcado.



No seré un niño "ñoño",
el rezar no es de tontos,
es hablar con Jesús
en mis momentos de ocio,
y en mis estudios diarios,
y en el trabajo ya sea ligero o penoso...,
cada día de mi vida,
que aumente más mi fe
en lo que Él ha predicado:
Que nos amemos todos
en este mundo creado.
Que ayudemos al que está lejos
y también al más cercano.
Que nos hagamos todos uno,
cómo Él nos ha enseñado.
Es ejemplo perfecto
el que el Señor nos ha dado.
Murió un día por nosotros

y ahora está resucitado.
Por eso, abuelita, no lloro,
porque sé que algún día
estaremos juntos soñando.
¿Dije "soñando"?
¡No, que es realidad!
Que Jesús está esperando,
 a que estemos de nuevo juntos
para jamás separarnos.
Ahora te mando un beso.


dos,


Besos
tres,


Besos
cuatro...



cinco...


Besos Para Ti

Todo el gran Universo
regaré con mis abrazos,
para que lleguen a ti
durante semanas, meses y años.
Después nos encontraremos
para nunca más dejarnos.
Ahora hablo yo, la abuela:
Queridos hijos y nietos...
 Dios me dará salud
para seguir disfrutando
de los nietos que Él me conceda,
de mis hijas/os, y esposo amado.
Así que si Dios quiere
espero vivir muchos años.
¿Queréis saber cuánto os quiero?
¡Contad todas las estrellas del cielo!

Poema póstumo dirigido a mis nietos, para cuando llegue el momento de mis postrimerías;
de la abuelita Angelita.





     

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