“Ventana abierta”
La abuela y el pastel
¡Hola amigos, de nuevo nos encontramos aquí en nuestra “Ventana abierta”!
“Un pequeño muchachito estaba contándole a su abuela lo mal que le iba todo: La escuela, problemas familiares, graves problemas de salud, etc…
Mientras tanto la abuelita estaba haciendo un pastel.
Entonces ella le preguntó a su nietecito si deseaba un bocado de algo; a lo que por supuesto él aceptó de inmediato.
“Sírvete un poco de harina” –le dijo-
¡Imposible, abuelita!-contestó el niño-
“¿Entonces qué te parece servirte un par de huevos crudos?”
¡Ni loco! ¡Qué porquería!
“¿Entonces tal vez te gustaría probar un poco de aceite de cocina o de levadura para hornear?”
“¡Abuelita, ¿qué te pasa?. Todo eso es incomestible!
A lo que la abuelita respondió:
“Es verdad, todas estas cosas se ven muy mal por sí solas. Pero cuando todas ellas son mezcladas de manera correcta, de ellas nace un pastel delicioso”.
Dios trabaja de la misma manera.
Muchas veces nos preguntamos por qué Él permite que pasemos por circunstancias y momentos tan malos. Pero Dios sabe que ordenando todas estas cosas a Su manera perfecta, ¡éstas siempre obran para nuestro bien!
Solamente tenemos que confiar en Él y, en su momento, las cosas malas que nos pasan se convertirán en algo maravilloso.
Dice San Agustín:
“Nada me parece mejor, nada me es más dulce que mirar el Tesoro Divino sin ruido ni apresuramiento: eso es lo mejor y lo más dulce. Tener que predicar, que atacar, que lanzar advertencias, que edificar y sentirme responsable de cada uno de vosotros, es una pesada carga, un gran peso sobre mí, un trabajo penoso”.
N. Kazantzaki dice:
“Señor, si te amo únicamente porque deseo entrar en tu Paraíso, envía el ángel de la espada para que me cierre la puerta.
Si te amo porque el infierno me atemoriza, precipítame en él.
Pero si te quiero por Ti, sólo por Ti, entonces abre los brazos y recíbeme”.
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