Mons. Pedro Casaldáliga.
De tierra en tierra, mías pero extrañas,
voy a la tierra que Él me ha de mostrar.
Con todo un pueblo nuevo en las entrañas
y el holocausto vivo en el altar.
Cargo la maldición de las ciudades
y la utopía de la gran Ciudad,
nómada al sol de todas las verdades
y a la invisible luz de la Verdad.
Soy a la vez Salem y la contienda,
la incontable legión, la sola tienda,
la encina y el sepulcro de Mambré.
Los rebaños ausentes en mis pastos,
la Sara estéril de mis días castos,
la noche y la promesa de Yavé.
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