Mi gato Serafín
Mi Gato Serafín
Una vez,... tuve yo un gato
blanco y rubio, ¡tan monín!
Tenía el rabo así de gordo,
y se llamaba Serafín.
¿Por qué os reís?
blanco y rubio, ¡tan monín!
Tenía el rabo así de gordo,
y se llamaba Serafín.
¿Por qué os reís?
¿Es que un gato no puede llamarse así?
Pues el nombre es bien bonito
y estaba puesto por mí.
Cada vez que se sentaba,
enroscado en su sillón,
al mirarlo desde lejos,
parecía un almohadón.
Una vez vino a mi casa
una amiga de mamá,
¡tan cortísima de vista,
que no veía hasta allá!
Gorda, gorda,
gorda como un balón,
y cada dedo, Dios mío,
¡parecía un salchichón!
Entró la vieja en la sala
con los lentes sin poner,
y en el sillón de mi gato...
...¡allí se dejó caer!
¡Aaaahhhh!
Aplastó a mi pobre gato,
por delante y por detrás.
¡Lo dejó hecho una torta!
¡Tan monín, tan monín!
¡Maldita la vieja gorda
que aplastó a mi Serafín!...
Pero mi gato, tenía
siete vidas. Ya lo sé.
Y, al levantarse la gorda,
salió corriendo también.
Cada vez que se sentaba,
enroscado en su sillón,
al mirarlo desde lejos,
parecía un almohadón.
Una vez vino a mi casa
una amiga de mamá,
¡tan cortísima de vista,
que no veía hasta allá!
Gorda, gorda,
gorda como un balón,
y cada dedo, Dios mío,
¡parecía un salchichón!
Entró la vieja en la sala
con los lentes sin poner,
y en el sillón de mi gato...
...¡allí se dejó caer!
¡Aaaahhhh!
Aplastó a mi pobre gato,
por delante y por detrás.
¡Lo dejó hecho una torta!
¡Tan monín, tan monín!
¡Maldita la vieja gorda
que aplastó a mi Serafín!...
Pero mi gato, tenía
siete vidas. Ya lo sé.
Y, al levantarse la gorda,
salió corriendo también.
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