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domingo, 22 de mayo de 2011

El mejor lenguaje sobre Dios.




Dije al almendro: háblame de Dios, y el almendro floreció.


Dije al pobre: háblame de Dios, y el pobre me ofreció su capa.


Dije al sueño: háblame de Dios, y el sueño se hizo realidad.

Dije al campesino: háblame de Dios, y el campesino me enseñó a labrar.

Dije a la naturaleza: háblame de Dios, y la naturaleza se cubrió de hermosura.

Dije a un amigo: háblame de Dios, y el amigo me enseñó a amar.

Dije a un pequeño: háblame de Dios, y el pequeño sonrió.

Dije a un ruiseñor: háblame de Dios, y el ruiseñor se puso a cantar.

Dije a la fuente: háblame de Dios, y el agua brotó.

Dije a mi madre: háblame de Dios, y mi madre me dio un beso en la frente.

Dije a la gente: háblame de Dios, y la gente se amaba.

Dije a la voz: háblame de Dios, y la voz no encontró palabras.

Dije al dolor: háblame de Dios, y el dolor se transformó en agradecimiento.

Dije a la Biblia: háblame de Dios, y la Biblia se ahogó de tanto hablar.


Dije a Jesús: háblame de Dios, y Jesús rezó el Padrenuestro.




Dije temeroso al sol poniente: háblame de Dios, y el sol se ocultó sin decirme nada.


Pero al día siguiente al amanecer cuando abrí la ventana ya me volvió a sonreir.






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