LA PASIÓN DE CRISTO CONTINÚA
“El Maestro dice: mi momento esta cerca; deseo celebrar la pascua en tu casa con mis discípulos” San Ma teo 26
Hoy nuestra Iglesia inaugura la Semana Mayor. Semana en la que celebramos en profunda oración, en la escucha de la Palabra de Dios y en cada una de las celebraciones litúrgicas. El acontecimiento central de nuestra fe: la muerte y la resurrección del Señor.
Entenderemos la importancia y el hondo significado de estos días, solamente si a lo largo del año hemos sabido luchar para permanecer en el camino pascual de Jesucristo: en el camino de la gloria que pasa por la cruz. De lo contrario nos convertimos en hombres muy “religiosos”, en hombres de “culto pasajero”, en cristianos de semana Santa.
Este domingo de ramos es conocido como domingo de la pasión del Señor y nos sirve volver a leer esta historia como introducción al drama salvador que durante esta semana viviremos. Pero la pasión de Cristo no ha terminado. No es cierto que Cristo murió en “aquel tiempo”, que Judas hubiese vendido al Señor hace 20 siglos y que Pilatos se lavó las manos hace muchos años.
Me sirve como fuente de inspiración para esta reflexión algunas líneas de José Luis Martín Descalzo, en su obra “Siempre es Viernes Santo”: A Pilatos, a Herodes, a Caifás te los encuentras todos los días y en cualquier calle del mundo, y si uno vive con los ojos abiertos, ve brotar calvarios en cualquier esquina y a todas horas y en todas partes. Cristo continúa en agonía hasta el fin de los siglos y hasta donde los hombres completemos en nuestra carne lo que falta a la pasión de Cristo.
En definitiva nada aconteció en “aquel tiempo”, nada sucedió hace muchos años, porque todo sucedió ayer y todo vuelve a suceder hoy porque la pasión de Cristo en la humanidad no ha terminado, todos los días se actualiza.
Me da por pensar en que pasaría el domingo de ramos por la noche: tal vez Jesús se alejo y se quedo solo, en sus oídos resonaban los vítores, aplausos y hosannas de sus paisanos, recordaba también a los niños hebreos con ramos de olivos y extendiendo mantos para alfombrar las calles. Muchas cosas le pasaban por la cabeza.
Ya la ciudad se encontraba también en profundo silencio, ya había que prepararse para el lunes, luego para el martes y después para el jueves y el viernes. El Maestro lo sabía, lo había visto al fondo de todos los ojos que lo miraban, lo había contemplado detrás de las palmas que se agitaban, lo había escuchado detrás de los aplausos, el lo sabía muy bien, sabía que detrás de todo estaba el Viernes, estaba la cruz.
Ya la ciudad se preparaba para caer dormida a la hora de la verdad, Judas planeaba su traición, los fariseos montaban en cólera y todo estaba naciendo allí en lo noche del domingo, cuando aún no había concluido de sonar el eco de los aplausos y el jubilo de las palmas.
Vamos a Jerusalén a vivir con Cristo su pasión Gloriosa, para que experimentemos también nuestra propia pasión, dándole sentido a los dramas de nuestro diario vivir. Porque la pasión de Cristo no ha terminado. Esa pasión la vivimos en nuestra propia historia y en nuestra propia carne.
Pbro. Alexander Pareja Botero
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