En el Silencio de una cruz
En el silencio de una cruz, de la que parece que no te quieres bajar,
en el silencio de esa tu cruz, te quiero yo acompañar.
Si mi cruz está junto a la tuya quizás
así pueda continuar, confiada, serena, en paz.
Si tu cruz está junto a la mía, tal vez,
yo también te pueda ver, y amarte, en silencio, tal vez.
De tu cruz brotará la vida, cuando pase el dolor,
cuando beses mis heridas,
por eso, en tu cruz, te quiero yo acompañar.
Extiende tus brazos,
regálame tu paz, tu mirada limpia, tu entrega total,
para que yo también en la cruz, pueda amar hasta el final,
si, aunque duela me quiero yo entregar.
Esa cruz, que amas en silencio y de la que parece que no te quieres bajar,
esa cruz mi Señor,
esa cruz silenciosa, la quiero yo abrazar.
Vivir la experiencia de la cruz nunca es fácil, amar en silencio la cruz, es aún más difícil, pensar en una cruz redentora y vivificadora, casi una utopía, morir para dar la vida, una locura, amar hasta que duela, una pasión.
Estas letras, de las que hice una pequeña canción, nacieron mirando un crucificado, y mirándome al lado del mismo, son palabras torpes, incoherentes en muchas ocasiones, pero son hilos de un tejido, el tapiz de mi alma, aún por estrenar, aún por descubrir; sólo pretendo desahogar mis afanes, expresar un poco de lo que llevo dentro, en lo profundo del corazón.
Hoy, sábado Santo, es un buen momento para pararse y contemplar, aunque se te rasgue un poco el alma, cuál es la cruz, de qué modo contemplo y acompaño la cruz de nuestro Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario