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viernes, 4 de febrero de 2011

Corazón de diamante.

 Justina Cabral. Escritora de Mar del Plata, Argentina.
Esperando el día de camping, Pepe se encontraba entusiasmado armando su canoa para pasear por el lago del lugar y Manuela esperaba aquel día con mucha ansiedad. No veía la hora de tomar su salvavidas y la maya floreada que sus padres le habían obsequiado para navidad. La madre y el padre de los pequeños se veían con mucho trabajo preparando deliciosos emparedados de jamón y queso y fantásticos postres de chocolate para la hora del almuerzo... Después de una larga espera el gran día llegó. El sitio era realmente hermoso: La calma que se sentía tentaba a cualquier persona a recostarse contra un árbol a dormir oyendo el canto de los pájaros y disfrutando de un cálido día de sol. Las flores eran de todos colores y de las formas más extrañas que se pudiesen encontrar. El agua azul, azul como el cielo y llena de pequeños peces de colores. Pepe y Manuela encantados con ese maravilloso sitio cogieron sus cosas y partieron a jugar. Salieron corriendo felices con esa magnífica canoa que a pepe le había costado tanto construir y se metieron a navegar al transparente lago. Muchos niños navegaban por el agua, y entre ellos unas niñas que se burlaban de Manuela que no tenía las fuerzas suficientes para remar. Pepe enojado y muy triste por ello comenzó a discutir con las pequeñas y les rogó con lágrimas en los ojos que dejen de molestar a su hermana. En ese dificil momento de discución una de las niñas cayó al agua y comenzó a ahogarse. Entonces, Manuela con gran corazón y sus más nobles sentimientos remó hasta la orilla con todas sus fuerzas, tomó su salvavidas y se lo tendió a la niña para que se salvará. Desde ese entonces la pequeña que se reía de ella aprendió que nunca más debía burlarse de alguién y el alma se le lleno de amistad, amor, y pureza. Desde ese día Dios consigió un ángel más para el cielo con corazón de diamante llamado Manuela.
Fin



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