Para que haya autoestima, es fundamental que nos aceptemos como somos, buscando siempre caminos que nos llevan a ser menos imperfectos.
Estos caminos nos van a conducir a un destino común: el amor.
Amor a la vida. Amor a nosotros mismos, a las personas y a la naturaleza.
¡Amor a Dios!
La belleza de las rosas no sólo es su encanto, sino también su destreza para convivir elegantemente con las espinas.
¡Aprende de las rosas la elegancia!
No dejes que una pasión, un amor no acertado, un objetivo no alcanzado o cualquier otra frustración te hagan perder la autoestima y el amor por la vida.
Siempre se está a tiempo de dar vuelta a la página.
La autoestima comienza a partir del momento en que comenzamos a convivir serenamente con nuestras limitaciones y debilidades, sin complejos de inferioridad, sin menospreciarnos.
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