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miércoles, 9 de marzo de 2011

Tiempo cuaresmal.

Dios que es todo Amor, ofrece al Cordero inocente que es su Hijo Jesucristo, para limpiar al mundo, a la humanidad, a todos nosotros, de nuestras faltas y pecados.


Hola amigos, de nuevo me encuentro con ustedes en nuestro blog, al que titulo -como saben ustedes-  "Ventana abierta".

Al abrirse las puertas del tiempo cuaresmal, se oye la voz de los apóstoles que llaman con insistencia y desde lo más hondo de su misión profética a la conversión del corazón:
"Dejaos reconciliar con Dios, el Señor os quiere y os ofrece la salvación".

Convertirse a Dios no es otra cosa que que dejarse mirar por quien nos quiere como hijos y nos perdona.
Esa mirada de Dios se realiza en el encuentro con su Palabra, que es como espejo donde aparece el verdadero Rostro de Dios.

- La Palabra viva es el mismo Jesucristo.
- Viéndole a Él, vemos al Padre.
- Escuchándole a Él, oímos la voz de Dios.

Convertirse pues a Dios, es dejarse llevar por la vida y el ejemplo de Jesucristo, lo demás vendrá por añadidura, pues el corazón convertido a Dios en Jesucristo, buscará los caminos de su Ley y de su Evangelio.

El honor de Dios es siempre un culto auténtico y una devoción sincera que ha de hacerse con espíritu y en verdad, y después servir en la caridad, que es invitación apremiante a recoger las palabras del Mandamiento Nuevo y hacerlas vida propia y comportamiento de cada día:
"Amáos unos a otros, que en esto se conocerá que sois buenos amigos y discípulos de Jesucristo".

Dejémonos reconciliar con Dios.
Aceptemos de buena gana que Él nos vaya llevando hasta los pobres, para que en ellos manifestemos con obras de justicia y de misericordia nuestros sinceros deseos de agradar a Dios.


¡Hasta siempre, amig@s!


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