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viernes, 22 de abril de 2011


Abrazar la Cruz.


La Cruz Abrazada.

Un joven sentía que no podía más con sus problemas. Cayó entonces de rodillas rezando:
"Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada".

El Señor le contestó: "Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación.
Después escoge la cruz que tú quieras".

El joven suspiró aliviado: "Gracias, Señor".

Luego dio muchas vueltas por la habitación observando las cruces, había de todos los tamaños.
Finalmente fijó sus ojos en una pequeña cruz apoyada junto a la puerta y susurró:
"Señor, quisiera esa cruz".

El Señor le contestó:
"Hijo mío, esa cruz es la que acabas de dejar".

-Desconozco el autor-



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