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martes, 11 de enero de 2011

"Cuida a los que amas".


¡Hola amigos/as, de nuevo nos encontramos en nuestra "Ventana abierta"!

Hace unos años llegó a mí esta historia, la cual me hizo pensar, y es conveniente de vez en cuando pararse a reflexionar sobre ciertas actitudes que tomamos que pueden resultar erróneas o correctas según las pongamos en práctica o no, y que pueden condicionar nuestra vida.
Así que la he visto apropiada para compartirla con ustedes en este día.
Espero les guste, y al mismo tiempo sepamos sacarle partido, ustedes y yo, y optar por el amor familiar y el servicio a los que amamos y a quienes nos necesiten.

"Había una joven muy rica, que tenía todo: un marido maravilloso, hijos perfectos, un empleo que le proporcionaba muchísimo bien, una familia unida...
 Lo extraño es que ella no conseguía conciliar todo eso, el trabajo y los quehaceres le ocupaban todo el tiempo y su vida siempre estaba deficitaria en alguna área.
 Si el trabajo le consumía tiempo, ella lo quitaba de los hijos, si surgían problemas ella dejaba de lado al marido... Y así, las personas que ella amaba eran siempre dejadas para después.

Hasta que un día, su padre, un hombre sabio, le dio un regalo: Una flor rarísima, de la cual sólo había un ejemplar en todo el mundo.
Y le dijo: "Hija, esta flor te va a ayudar mucho,¡más de lo que te imaginas!Tan sólo tendrás que regarla y podarla de vez en cuando, y a veces conversar un poco con ella, y ella te dará a cambio ese perfume maravilloso y esas maravillosas flores".

La joven quedó muy emocionada, a fin de cuentas, la flor era de una belleza sin igual.

Pero el tiempo fue pasando, los problemas surgieron, el trabajo consumía todo su tiempo, y su vida que continuaba confusa, no le permitía cuidar de la flor.

Ella llegaba a casa, miraba la flor y las flores todavía estaban allí, no mostraban señas de flaqueza o muerte, seguían estando ahí, lindas, perfumadas...
Entonces ella pasaba de largo. 
Hasta que un día, sin más ni menos, la flor murió.
Ella llegó a casa, ¡y se llevó un susto!
Estaba completamente muerta, su raiz estaba reseca, sus flores caidas y sus hojas amarillas.

La joven lloró mucho, y contó a su padre lo que había ocurrido.

Su padre entonces, respondió: "Yo ya me imaginaba que eso ocurriría, y no te puedo dar otra flor, porque no existe otra flor igual que esa, ella era única, al igual que tus hijos, tu marido y tu familia.
Todos son bendiciones que el SEÑOR te dio, pero tú tienes que aprender a regarlos, podarlos y darles atención, pues igual que la flor, los sentimientos también mueren.
Te acostumbraste a ver la flor siempre allí, siempre florida, siempre perfumada y te olvidaste de cuidarla".

¡Cuida a las personas que amas!

¿Y nosotros? ¿Vamos cuidando las bendiciones, los dones que DIOS nos ha dado?

Acordémonos siempre de la flor, pues las bendiciones del SEÑOR son como ella, Él nos da, pero nosotros tenemos que cuidar de lo que nos da.

No olvidemos que incluso el amor más fuerte puede desaparecer, y que si no se le cuida, se está transmitiendo al otro el mensaje de que no es tan importante para nosotros como podría parecer.

El que no cuida lo que ama, el que no lo agradece, es que no lo valora y está tentando a DIOS y al prójimo para que se lo quiten.
Después, una vez perdido, sólo nos queda llorar.

¡Menudo mensaje, eh, amigos/as! 
Espero les haya gustado la historia.
Seguro que sí, y les hará reflexionar, como a mí.

¡Hasta pronto amigos/as! 
 Un abrazo. Angelita.

1 comentario:

  1. me ha emocionado bastante, que bonita historia y que cierto que a veces el trabajo y las ocupaciones diarias nos quitan tiempo para lo que realmente importa. Gracias por ayudarnos a reflexionar y a cambiar nuestras actitudes.

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